La paleta larense reviste de colores varios escenarios del Museo Alejandro Otero del complejo cultural La Rinconada de Caracas a propósito de Na’ guará, colectiva que reúne las propuestas contemporáneas de 42 artistas plásticos de nuestro estado Lara.
La muestra, recientemente inaugurada en las salas 1, 2 y 3 del citado recinto museístico, comprende el trabajo de José Luis Aldana, Néstor Betancourt, Oswaldo Blanco, José María Camacaro, Rosa Canelón, Nora Cano, Nemate Daza, Lileska Díaz, Alexander Escalona Colmenárez, Gerardo Escalona, David Escobar, Marc Flallo, Efraín Franco, Manuel García Pernalete, Roseliano García, Henry Gil, Miguel Granado Troconis, Enrique Hernández Pérez, Alirio Infante, Ana María Jeremías, Francisco León, Juan Marroquin, Juan Carlos Martínez, Hernán Medina, Antonio Montes de Oca, Joel Pacheco Cuello, Adransides Pérez, Orlando Pérez, Pablo Pérez, Oscar Pernía Bracamonte, Rafael Reyes, Manuel Rivero, Luis Eduardo Rodríguez, Rodrigo Rodríguez, Lino Rojas, Natalia Rondón, Carlos Ruíz Blanco, Jorge Sánchez, Yajaira Sánchez, Alexander Sandoval, Ángel Sequera Peraza y Víctor Silva. Luis Galíndez, curador de Na’ guará, señaló en el catálogo que “Na’ guará, arte contemporáneo de Lara, ofrece un muestrario representativo de artistas del estado, de diversas tendencias estéticas que se expresan a partir de lo tridimensional: la escultura, la pintura, lo experimental y conceptual, la instalación, el video arte, la fotografía y la vitrofusión como nueva experiencia artística”. Lo tridimensional, añade el curador, se involucra con el espacio pictórico.
El volumen se construye apoyado en pinceladas sueltas y expresivas. Ciertas obras se suspenden y planean en la verticalidad y horizontalidad del espacio arquitectónico, denotando una dimensión simbólica.
“Se experimenta con materiales a base de carrizos, cocuizas, madera y amarres para inferir lo lúdico de la naturaleza.
Lo escultórico se recrea a partir de estructuras atadas a entramados sensibles de hierro y maderas. El aluminio se vuelve maleable y noble al configurar alianzas naturales con la forma del equino. La madera tallada hace erigir el tótem de amplio contenido ancestral y adhesión a los símbolos indígenas”. Galíndez precisa que el espacio pictórico es abordado a través de la figuración y abstracción.
Lo experimental y conceptual se deja ver mediante la reproducción, fotocopia en blanco, seriación, fragmentación y experiencias gráficas sobre tela. Por otro lado, se experimenta con las posibilidades estéticas del vidrio fundido, generando piezas de interesantes soluciones plásticas a partir de la vitrofusión. La instalación se apropia del espacio con planteamientos que recurren a la memoria personal. El video arte parte de un minimalismo visual y la fotografía se presenta como un discurso integrador.
Fotos: Archivo
