Los hábitos y sotanas se veían ir y venir. Los seminaristas ensayaban las notas religiosas frente a los micrófonos, la Catedral de Barquisimeto empezaba a colmarse de feligreses.
Hoy, Martes Santo, se celebró la Misa Crismal de Semana Santa; que es acostumbrada a celebrarse el Jueves Santo, como día sacerdotal, día en que Cristo instituye el sacerdocio y la eucaristía y el mandamiento del amor a los sacerdotes; pero por asuntos de logística se adelantó dos días para el éxito de su realización, ¡claro!, la iglesia y los feligreses no escapan de la realidad del transporte y efectivo, por eso se adelantó, paro que todo aquel que debiera estar, pudiera estar.
Todo el clero, estaba allí, o al menos eso se veía, decenas y decenas de sacerdotes: agustinos, franciscanos, escolapios, legionarios de Cristo, seminaristas y diáconos permanentes, todos en un mismo norte, hacer comunión con el obispo, Monseñor Antonio López Castillo.
La Misa Crismal, tiene gran significación en las fechas. Expresa la comunión de la Iglesia entre todos sus fieles miembros, el clero. De igual manera, es la celebración oportuna para la bendición de los óleos: óleo de los catecúmenos (aceite usado al bautizar una persona), óleo de los enfermos (aceite usado para la unción de los enfermos) y el óleo del Santo Crisma, visto como el sello del Espíritu Santo (aceite en el bautismo, confirmación y las ordenaciones sacerdotales).
Regocijo espiritual
Igualmente, se hacen la renovación de las promesas sacerdotales. Cada sacerdote que asiste a la ceremonia de manera personal y plena renueva las promesas que hizo en su ordenación y prometen seguir en el cumplimiento y obediencia al obispo.
La fe andaba en el aire, en los hábitos y sotanas, en cada plegaria en silencio de la personas, en los cantos y el humo de incienso agitado por monseñor. La fila de sacerdotes al entrar y retirarse de la iglesia era armonía en los pasillos. La misa en sí, fue contagio de regocijo espiritual, fue promesas renovadas y luz que daba paz.
Para los siguientes días de Semana Santa, quedan jornadas especiales; el Miércoles Santo, la procesión o viacrucis de El Nazareno, donde muchos fieles en promesa acompañan los recorridos en túnicas moradas y con cruz a cuesta, como reflejo del recorrido de Jesús luego de ser entregado por Pilatos.
El Jueves Santo, cuando se celebra la institución de la eucaristía, y se realiza el Lavatorio de los Pies, representando la humildad que Jesús tuvo para con sus discípulos, y recordando al sacerdocio que la misión como la tuvo Cristo es servir y no ser servido.
El Viernes Santo, se vive la Pasión y Muerte de Jesús, y en el día se adora a Cristo en el Santísimo.
El Sábado Santo, se realiza la vigilia pascual.
Y el domingo se conmemora la triunfante resurrección del Señor Jesucristo.
La visita a los siete templos se realiza a partir del Jueves Santo; su importancia Y representación en el número siete se basa, en un numero completo, que representa los siete sacramentos, y figura una etapa de plenitud.