“Votar es como comer una mandarina si tienes hambre. El hambre seguirá”, escribe el filósofo y escritor, Van Reybrouck, uno de los principales ensayistas de Europa, y muy conocido por su actividad como presidente de una organización internacional a favor de la libertad de expresión. Con la democracia ocurre algo curioso: “Todo el mundo la desea, pero no hay muchos que crean en ella”, expresa el periodista belga.
Para el autor, el populismo actual es «la neumonía de la democracia» y se alimenta por el «deseo de participación» de la gente, insuficientemente nutrido por su más destacada ocasión de tomar parte en el escenario democrático: ejerciendo su derecho al voto. Y de esto habla en su libro: Contra las elecciones. Cómo salvar la democracia. Además de cómo los procesos electorales, lejos de representar la democracia actual, corrompen la confianza de los ciudadanos en la política, al verse obligados a elegir candidatos poco identificados con sus intereses y esperanzas.
Sin embargo, advierte que no es suficiente con darle vitaminas a una persona enferma con neumonía, ya que, probablemente necesite antibióticos también, refiriéndose a que es necesario reinventar la democracia, incluyendo asambleas participativas en las que los ciudadanos puedan deliberar sobre futuras iniciativas políticas. A este fin, propone un proceso de adjudicación semejante a una lotería para gestionar los comicios, que sea aleatorio y en el que los candidatos sean elegidos a partir de un sorteo.
«Creemos que hay un problema con los políticos, con sus partidos, con el Parlamento, con la gente… Pero nunca percibimos el problema que tenemos con los procedimientos. Las ideologías, aunque sean importantes en ciertos aspectos, no sustentan lo suficiente, tenemos que cambiar la metodología también», afirma. Esta concepción «enferma» de la democracia es, según Van Reybrouck, la que causa el crecimiento de partidos ultranacionalistas en Europa, que son quienes actualmente «dan voz a la gente» aunque, en opinión del autor, “con un objetivo peligroso para el mantenimiento del proyecto democrático europeo.
Hoy en día, el porcentaje de la población mundial favorable a la democracia, ha crecido, ya que, a finales de la Segunda Guerra Mundial, en el ámbito global, apenas se contaba con 12 democracias plenas. Actualmente existen 117 democracias electorales, de un total de 195 Estados Nacionales reconocidos por la ONU, el 90 por ciento de los cuales se consideran, en teoría, Estados libres. Es importante señalar, sin embargo, que una vez que el ciudadano entra en contacto con la democracia, constata que su aplicación práctica, generalmente, no guarda ninguna similitud con la visión idealizada que tenía de ella, sobre todo, cuando el proceso de democratización conlleva violencia, corrupción, chantaje económico y social, escasez de todo tipo y como colofón, la violación flagrante de los Derechos humanos.