Nacido como un hombre llamado Brad, Cooper comenzó a vestirse de mujer a los 12 años y a los 15 pidió ayuda a los médicos ya que aseguraba que quería convertirse en mujer, y luego de la evaluación completa y el asesoramiento psicológico, comenzó el tratamiento con hormonas.
Ahora, a los 18, cuando estaba prevista la operación de cambio de sexo completo, dejó la terapia con hormonas femeninas que le hizo desarrollar los pechos, argumentando que los abrumadores cambios la estaban convirtiendo en una persona muy infeliz, que la llevó a dos intentos de suicidio.
«Las hormonas me desequilibraron. En un momento me siento de muy mal humor y al minuto siguiente me siento muy feliz», aseguró en declaraciones realizadas al Sunday Mirror.
Además, confesó que en este tiempo como mujer no encontró forma de llegar a la felicidad y que incluso se prostituía en un intento por contrarrestar la soledad en que se encontraba inmersa.
Las inyecciones de hormonas la dejaron con emociones extremas y un deseo sexual alto, pero que a la vez no puede encontrar el amor que anhela con uno u otro sexo, según declaró.
Ahora, asegura que tendrá mejor suerte como un hombre gay, que volverá a ser hombre y tratará de recomponer las relaciones dañadas en su familia: «No quiero vivir en un aislamiento, lejos de todos los que amo. Sólo quiero ser feliz y esta es mi última