Willy Mckey, es lector y escritor. Agitador cultural. Educador de la UCV. Fotofóbico. Amaxofóbico. Hombre vinculado al cine y teatro. De apariencia desaliñada e irreverente. Todo un bohemio en pleno siglo XXI.
Este miércoles Barquisimeto contó con su experiencia y enseñanza. El Auditorio Raúl Quero Silva de la Universidad Fermín Toro fue epicentro del encuentro, entre Mckey y ciento de jóvenes que dijeron presente al taller “Maneras de contar (bien) una historia” actividad impulsada por la ong Operación Venezuela, con el fin de disminuir los niveles de desnutrición en los sectores más vulnerables del estado Lara; la entrada solo fue un kg de alimento. El altruismo o sentimiento de ayuda siempre presente entre los venezolanos.
Para Mckey, vivir de la palabra es posible y él está haciendo el intento. Para contar bien historias sin morir en el intento, no hay que hacer pornografía de las letras, sino, contar historias que valgan la pena, tener una razón clara para contarlas; además, es importante el estilo y la formación para que lo que se quiere decir o contar sea realmente lo que el lector reciba.
“El cronista, el redactor y el periodista deben llevar un trabajo paralelo, creativo, que no solo consista en el trabajo diario, ese que genera el sueldo, pero se debe buscar un trabajo también por realización personal”, expone el escritor.
Para el multifacético de la palabra, existe un requisito único y de suma importancia para escribir: leer. “Hay que leer, leer buenas crónicas, buenos contenidos, intoxicarse bien”.
Sobre la fotografía a la hora de contar historias opina que, la misma dejó de ser un complemento o acompañante, nivelándose en lo que es el fotoperiodismo en el mundo entero. De igual manera sobre las redes sociales comenta que deben usarse, pero usarse bien; con los principios de todo medio de comunicación: no mentir, no repetir lo que no está confirmado, no publicar algo con lo que no estés cómodo como persona, ser honesto, ya que los seguidores, es gente que confía en tu trabajo.
Mckey, considera que, “la palabra es la herramienta más austera que tiene el comunicador. Todo aspecto de la vida en su mayoría parte de ideas que comienzan por escrito. El terreno de la escritura te familiariza con la palabra desde un espacio de la responsabilidad que puede ser formativo y vital”.