El director chileno Sebastian Lelio, la actriz colombiana Daniela Vega y el guinoista Gonzalo Maza en una rueda de prensa tras recibir en la Berlinale el Oso de Plata por «Una mujer fantástica», el 18 de febrero de 2018 en Berlín
No es la primera vez que son representados en el cine, pero este año es diferente: dos películas sobre transgéneros, hechas y/o protagonizadas por transgéneros compiten en el Óscar. Un hito.
Daniela Vega, actriz transgénero, interpretó magistralmente a Marina, una joven en duelo y víctima de los prejuicios de la conservadora sociedad chilena, en «Una mujer fantástica», nominada y favorita a ganar el Óscar a la mejor película en lengua extranjera.
En la categoría documental, Yance Ford, cineasta transexual, es finalista por «Strong Island», un filme de inspiración biográfica sobre el racismo y las fallas en el sistema judicial.
«Es una tendencia que se viene viendo desde hace varios años, después de ‘Transparent’ o con la portada de Laverne Cox de ‘Orange Is The New Black’ en la portada de la revista Time, y ahora en los Óscar», explicó a la AFP Larry Gross, profesor del departamento de Comunicación de la universidad USC.
Antes de «Una mujer fantástica», otras películas sobre o con transgéneros ganaron Óscar: «El juego de las lágrimas» (1992) ganó mejor guión; «Los muchachos no lloran» (1998) le valió la estatuilla a Hilary Swank; «El club de los desahuciados» ganó tres, incluido uno para Jared Leto por su papel de Rayon; y «La chica danesa» (2015) con Eddie Redmayne, se convirtió en una cinta pionera del movimiento.
En la serie de televisión «Transparent», Jeffrey Tambor encarnaba –antes de ser despedido por acusaciones de acoso sexual– a un transgénero, cabeza de una familia burguesa de California, que normalizó la imagen de esta comunidad.
Pero todas estas producciones fueron protagonizadas por intérpretes cisgénero, -personas cuya identidad de género y sexo biológico coinciden-, y no por ‘trans’.
Y es allí donde este Óscar es diferente, porque no es sólo que estas dos producciones se destaquen y estén nominadas, sino que fueron dirigidas o protagonizadas por gente transgénero y eso se está reconociendo.
«Es un momento sísmico, un pequeño terremoto que espero comience a cambiar este campo totalmente», dijo Ford a la AFP. «Vamos caminando poco a poco. Si llegamos al río podemos cruzar el puente, todavía estamos caminando para eso», indicó por su parte Vega.
Una mujer corriente
Yance Ford destacó la importancia de que actores transgéneros puedan hacer papeles de ‘trans’, pero enfatizó que su trabajo «trasciende al hecho que somos transgénero».
Su documental «Strong Island» cuenta la historia del asesinato de su hermano por un hombre blanco que escapó de la justicia, mientras la víctima se convertía en el principal sospechoso de su propia muerte, lo que genera un impacto devastador en la familia.
En «Una mujer fantástica», Vega encarna a una mujer como las otras: femenina, frágil, fuerte y digna.
«Marina y yo compartimos que somos ‘trans’, que nos gusta cantar la ópera y los hombres guapos, nada más», dijo Vega en una reciente entrevista con la AFP. «Ella es mucho más elegante que yo, tiene más paciencia, es una mujer mucho más pacífica, yo soy más explosiva, más latina».
Ford aplaudió el papel de Vega y la atención que generó con su representación «de una mujer corriente», cambiando la típica caricaturización del ‘trans’ como en películas como «Tootsie» con Dustin Hoffman.
Gross señaló también que personajes ‘trans’ también habían sido presentados como personas trastornadas, marginales, depresivas y que «Transparent» o «Una mujer fantástica» cambió eso, mostrando personajes más auténticos.
Según el experto, Hollywood tiene tendencia de «colocar una narrativa como vino viejo en una botella nueva», buscando giros ya usados en nuevas tramas. «Ya lo hicieron antes con los homosexuales, los negros, los judíos…» y los ‘trans’ están de moda, explicó.
Entre los programas de telerrealidad, por ejemplo, el de la mítica drag-queen RuPaul «Drag Race» fue un éxito en Estados Unidos, abordando el tema de forma «extravagante y orgullosa».
«El mayor desafío es mostrar que las diferencias son buenas en vez de amenazantes», concluyó el catedrático.