La pianista venezolana Gabriela Montero, que ha actuado este fin de semana con la Orquesta Nacional Bélgica en la gran sala del Museo de Bellas Artes (Bozar), explicó en una entrevista con que con su música busca implicar al público con el sufrimiento que vive su país.
«Con mi arte busco la empatía con el pueblo de Venezuela, invito a sentir y vivir el sufrimiento», explicó Montero, niña prodigio del piano, exiliada desde hace ocho años en Europa y activista en la causa de dar a conocer a través de su obra la situación en su país de origen.
Montero, nombrada cónsul honoraria por Amnistía Internacional, explicó que en todos sus conciertos toma un momento para interpretar improvisaciones sobre temas clásicos con nuevos elementos que remiten al conflicto que vive su país.
«A través del sonido quiero reflejar la situación que se vive en mi país: la tragedia, el caos, la opresión, la tristeza…», explicó la intérprete, valorada por público y crítica, precisamente, por sus improvisaciones.
En 2012, salió a la luz el álbum «ExPatria», dedicado a las 19.336 personas asesinadas en Venezuela en 2011 y ganador de un premio Grammy.
Años antes, cuando publicó su anterior trabajo, «Solatino», ya pidió a la discográfica EMI que cambiará el rojo de su logotipo al blanco y negro «por las implicaciones del rojo» en su país, «de comunismo y chavismo», explicó.
Para Montero, Venezuela se ha convertido «en una dictadura» dirigida por una «narcomafia» cuyas consecuencias son la hambruna y la falta de democracia, dijo.
«Lo que pasa va más allá de la política, de la izquierda o la derecha: es una crisis humanitaria», describió.
A propósito de las próximas elecciones presidenciales y legislativas del mes de abril convocadas por el gobernante venezolano Nicolás Maduro, Montero se mostró escéptica y señaló que no hay un «proceso electoral transparente».
«Lamentablemente, al vivir en una dictadura, por mas que yo quisiese que la transición a la democracia sea por las urnas, hay evidencias de que no será la vía viable para mi país», dijo.
Montero explicó que ha vivido fuera de Venezuela desde los ocho años porque por su carrera de pianista emergente consideraron que era mejor salir del país.
Preguntada por qué hace casi nueve años que no regresa a casa, la intérprete explica que «al ser activista por la democracia de forma visible», tendría que ir con guardaespaldas y un vehículo blindado, «unas condiciones de privilegio que no tiene el 90 % de la gente de Venezuela, que está en riesgo constante de secuestro o asesinato».
«Además estaría dando un mensaje de normalidad, y lo que ocurre es la crisis más nefasta y dantesca de nuestra historia», añadió.
Montero respondió a las críticas de «los que consideran que los músicos y artistas no deben involucrarse en temas sociales» pues «pretenden negar la plataforma de denuncia» inherente a las personas que adquieren visibilidad por su obra.
«Para mi como artista no usar mi voz para denunciar lo que ocurre sería algo inconcebible, no querría dejar de aprovechar la oportunidad de mi visibilidad para abrir los ojos a la comunidad internacional», señaló.
Montero aprovechó sus actuaciones en Bruselas, tal y como viene realizando en sus actuaciones en todos los países, para mantener un encuentro con la diáspora venezolana e intercambió impresiones con otros venezolanos y locales en un evento en Bruselas organizado por las asociaciones «Veneuropa» y «Soy Venezuela».