En una época en que el conocimiento se duplica casi todos los años, el grupo de dogmáticos formados en los manuales estalinistas, que asesora a Nicolás Maduro, lo empuja cada día más hacia un abismo, aprobando políticas económicas y sociales que profundizan la recesión económica, la hiperinflación, el desempleo y la inseguridad de las personas y los bienes, liquidando paulatinamente la propiedad privada.
Y como la Universidad Autónoma, donde su produce el conocimiento, sigue siendo el centro crítico de la política y de la cultura en general, contrariando la verdad única que creen poseer quienes le acompañan en el gobierno, no encuentra otra forma de enfrentar la inteligencia que dirige la Universidad, que estrangulándola con presupuestos deficitarios y la represión contra estudiantes y profesores.
En un artículo anterior me referí a que aunque el tema ha sido abordado por especialistas para referirse a las grandes transformaciones económicas y sociales contemporáneas, incluso escrito en tratados y ensayos de especial profundidad, para concluir que gran parte del conocimiento científico y tecnológico ha sido motor fundamental para el progreso de la humanidad, en nuestro país el gobierno de Nicolás Maduro ha arruinado la economía y el nivel de vida de los venezolanos, tratando de imponer fórmulas dogmáticas que han fracasado en todos aquellos países, encabezados por la extinta Unión Soviética, que por décadas las impusieron mediante la violencia oficial.
De allí las múltiples agresiones de que han sido víctimas las Universidades Autónomas, desde que Hugo Chávez decidió radicalizar su proyecto político dirigido a controlar todos los Poderes Públicos y las instituciones de la ciencia y la cultura, históricamente llamadas a enfrentar la barbarie del caudillismo militarista, disfrazado de socialismo del siglo XXI, que el Presidente pretendió imponerle a los venezolanos, cuya política ha continuado su heredero Nicolás Maduro.
El desconocimiento por parte de Maduro de los valores de la revolución científica y tecnológica, le impide comprender el proceso de globalización que experimenta la economía y el mundo de hoy en general; y su talante autoritario, le impide a algunos de sus colaboradores que sí saben de las causas del desastre que sufre la sociedad venezolana, explicarle o sugerirle la necesidad de un cambio de su modelo político, económico y social, por temor a perder sus cargos y prebendas.
El dogmatismo lo conduce a negarse a un diálogo sincero y realista con la oposición para conjuntamente modificar las las políticas económicas y sociales que lleva a la práctica y que han destruido el aparato productivo de la nación, provocado la mayor inflación del universo, la escasez, el desempleo, el atraso económico en comparación con otros países petroleros que también sufren la caída de los precios de los hidrocarburos, pero que no enfrentan los problemas de nuestra sociedad, porque hicieron ahorros millonarios cuando los precios estaban a 100 dólares por barril aproximadamente.
De allí la necesidad de acompañar a las Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en el rechazo a la convocatoria a elecciones presidenciales y legislativas el 22 de abril. Y en su agenda para provocar un cambio del gobierno, como única fórmula para superar por medios democráticos, constitucionales y pacíficos, la presente crisis económica, social y política que amenaza con llevar el país a un caos y a una violencia indeseable. Por un gobierno que comprenda que la revolución de nuestro tiempo es científica, tecnológica y humanística. En síntesis, la revolución del conocimiento.