El papa Francisco envió el domingo a Asia su deseo de paz, «tesoro precioso», en ocasión del Año Nuevo chino, cuando el Vaticano se acerca a un acuerdo histórico con China comunista sobre el nombramiento de obispos.
«El 15 de febrero, en el Extremo Oriente y diversas partes del mundo, millones de hombres y mujeres van a celebrar el nuevo año lunar», recordó el Sumo Pontífice en el Angelus ante miles de personas en la plaza San Pedro.
«Envío un saludo cordial a todas sus familias, deseándoles que vivan siempre cada vez más la solidaridad, la fraternidad y el deseo del bien, contribuyendo en crear una sociedad en donde cada uno es escuchado, protegido, sostenido e integrado», agregó.
«Invito a orar por el don de la paz, tesoro precioso, a buscar con compasión, clarividencia y coraje», insistió el Papa.
El Vaticano, que decidió reconocer pronto a siete prelados nombrados por el régimen comunista, se acerca a un acuerdo con Pekín sobre el espinoso tema del nombramiento de los obispos.
Los 12 millones de católicos chinos están divididos entre una «Asociación patriótica» cuyo clero es elegido directamente por el Partido Comunista y una Iglesia no oficial cuyos obispos son nombrados por Roma y son sólo tolerados por Pekín.
El Vaticano ya «aceptó» en el pasado a algunos obispos nombrados por Pekín, lo que denota una compleja situación religiosa en China.