Claudio Fermín no abjura de la política a pesar de su aparente ausencia del debate nacional.
Es sociólogo y profesor universitario con mucho recorrido profesional, aunque su verdadera pasión es el trabajo público a través de organizaciones partidistas de carácter democráticas, donde se siente a gusto compartiendo ideas y reflexiones y un trabajo social que apunta al mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.
Así comenzó esta conversación con un personaje que una vez aspiró a la Presidencia de la República y hoy, con renovadas fuerzas y un mensaje suficientemente claro ha presentado de nuevo al país sus deseos de participar en la contienda electoral de 2018
-Ha regresado a la política en tiempos turbulentos. Lo digo por su anuncio de aspirar a la Presidencia en los próximos comicios.
-Cada tiempo tiene su complejidad. Cuando me tocó estar de candidato de Acción Democrática en 1993 veníamos saliendo del llamado “Caracazo”. Estaban todavía calientes los dos golpes de Estado de 1992 y dos expresidentes de mi partido estaban siendo enjuiciados. Además, el que un joven, que no era ni siquiera miembro del CEN de AD hubiese ganado aquellas elecciones primarias, creó ciertas reservas en algunos integrantes de la dirección nacional, que no fueron entusiastas con esa candidatura. Fueron tiempos de turbulencia igual que ahora. En este desafío, de ir contracorriente no se trata de darle continuidad al actual gobierno, sino por el contrario: recuperar las instituciones fundamentales y el proceso de descentralización, al igual que unir a un país deshilachado, con muchos frentes de conflicto, y hacerlo por la vía del voto. Son razones muy poderosas para seguir en la lucha.
-¿No le será ahora más difícil sus posibilidades al no contar con AD como punto de apoyo?
-Yo aspiro a que las próximas semanas se abra un examen de las propuestas que estamos haciendo. Me propongo llevar esos planteamientos y las soluciones que planteo ante los más apartados rincones del país. Voy a pedir de manera muy especial a los dirigentes de nuestros partidos democráticos que me reciban, porque necesito nutrirme de sus tesis y reclamos al igual que me siento obligado a explicarles esas soluciones que apuntan a la educación, la salud y la seguridad, además del rescate de los servicios públicos. Al final vislumbro como medida del éxito el apoyo de todos ellos, y no solo de mis compañeros de AD.
-Dijo compañeros de AD, ¿alguna connotación especial?
-Mucha, porque en Acción Democrática están mis afectos más caros. Esa fue mi escuela para amar a Venezuela. Allí aprendí a escuchar, a dialogar, a com- partir esperanzas. Considero una necesidad que se valore debidamente a los activistas parroquiales, a la dirigencia de base de todos los partidos. Ellos son el más importante activo para que Venezuela regrese al ejercicio de la tolerancia, la coexistencia y la participa- ción de los más modestos ciudadanos en las decisio- nes que hoy se han reservado a cogollos excluyentes.
-¿Alguna referencia a los partidos que integran la MUD? ¿Como se lleva con esa
dirigencia?
Para vencer y superar el proceso de segregación que hoy se vive en Venezuela, los partidos
políticos democráticos, al igual que los sindicatos, gremios profesionales y las cámaras de comercio y asociaciones de productores, son fundamentales.
Son los líderes de todas estas asociaciones los que pueden ayudarnos a tejer ese colcha de retazos en que el país está convertido como consecuencia de una perversa exclusión que ya tiene 20 años como política de Estado. Se puede disentir de decisiones de los partidos de la MUD, pero lo que no debe hacerse es creer que sin la concurrencia de esas organizaciones podamos superar los vicios del autoritarismo y el abuso de poder de los que hoy gobiernan.
Una pausa en la conversación para que Claudio resuma detenidamente la valoración de la MUD
-Para mí, los partidos de la Mesa de la Unidad son necesarios. El problema reside en que a veces alguno de ellos se creen autosuficientes.
-¿Cómo quienes?
-Cuando se excluye a los sindicatos, a los centros de estudiantes, a las iglesias, a los consejos de escuelas y facultades, a los productores, intelectuales, la MUD se enajena sin necesidad a los representantes más legítimos de las demandas colectivas. Por eso aspiro a que ese embrión de unidad política que es la MUD se amplíe, vaya a las bases de las comunidades para que pueda equiparse con las herramientas y crear la unidad de la nación. Hasta ahora hay algún éxito en entendimientos electorales.
-Usted no se refiere a la militancia chavista, que también son ciudadanos que votan y tiene algo que decir, bueno o malo del gobierno socialista.
-Cuando protesto la segregación estoy denunciando ese desprecio que unos sectores sienten por otros; para superar ese extravío hay que buscar los talentos en todos los sectores del país. Conozco a centenares de chavistas, adecos, justicieros, masistas, copeyanos e independientes que tienen mucho que aportarles al país, pero son excluidos por el sectarismo. Eso tiene que ser superado. Estamos obligados a integrar un gobierno de salvación nacional que se nutra de los mejores venezolanos, que se encuentran en todas partes, no solo en los partidos.
-Me pregunto cuál ha sido la reacción de otros oposicionistas o neoaspirantes presidenciales ante su lanzamiento.
-Hago un llamado a venezolanos muy valiosos por quienes siento un especial respeto, como Eduardo Fernández, Lorenzo Mendoza, Henry Ramos, que han generado expectativas en un país que aspira a cambios, para que presenten sus nombres y sus proyectos. Así podemos recorrer el país para que los ciudadanos conozcan de cerca nuestras propuestas y podamos contribuir a que la selección del candidato de la transformación del país se haga con conocimientos de causa. Contagiar a los electores de la urgencia de un cambio de fondo es tarea de todos. No se trata de cambiar a Maduro por otro, ni al PSUV por otro partido. Lo fundamental es presentar un proyecto distinto para la economía, las instituciones y convivencia de los venezolanos.
Estoy seguro que entre todos los candidatos de los partidos vamos a acompañar en su justa aspiración de una Venezuela con calidad de vida, de la que más nadie tenga que huir.
El voto como herramienta
-El régimen ya está preparando un proceso electoral que lo conduce a otros cuatro años de poder, pero con un porcentaje altísimo de rechazo, según las encuestas. ¿Qué armas tiene el país para evitar que esto ocurra?
-El voto. Esa es la herramienta de los ciudadanos. Acompañado de muchos otros es la voz colectiva. Y los venezolanos ha hemos caído en cuenta que con la abstención no le hacemos ni un rasguño al poder. Nada le hemos quitado. Ya basta de vender fantasías como la intervención extranjera o un golpe de Estado, que por lo demás son inconvenientes y rechazados por los verdaderos demócratas. Solo el voto es el camino
-Sin embargo la mayoría de los venezolanos se sienten muy decepcionados después de concurrir masivamente a los procesos electorales. Usted lo sabe bien.
-El chavismo no ha podido pasar de seis millones de votos en las últimas tres elecciones, mientras somos 19 millones y medio de inscritos en el Registro Electoral. Está claro que la abstención ha sido el factor que ha permitido ganar a una minoría de seis millones. Es cierto que hay en cada mesa de votación irregularidades y trampas, pero la única manera de que esas trampas sean eficientes es que se abstenga la mayoría de votantes.
-¿Cuál es el futuro de un país cuya economía, según los especialistas, sufre de una quiebra técnica?
-En Venezuela urge la eliminación del control de cambio, porque sólo ha provocado la expulsión de capitales a la vez que ha impedido la llegada de nuevos inversionistas. Los controles, sumados a los ataques a la propiedad y a la inseguridad jurídica destruyeron al aparato productivo en estos 20 años.
Cualquiera diría que en Venezuela no hay crisis económica, puesto que el gobierno casi semanalmente anuncia grandes cantidades de dinero destinados a diferentes sectores de la llamada sociedad civil. ¿De dónde sale ese dinero?
-Ningún venezolano va a construir un patrimonio para su familia haciendo de mendigo del Estado. Maduro insulta al país cuando pretende acallar su descontento regalando unos reales que no existen. Tenemos que llenar a Venezuela de fincas, industrias, hoteles, granjas avícolas, embarcaciones pesqueras. No hay atajos. El único camino cierto es hacer crecer la economía. Es una vergüenza que el gobierno pretenda sobornar a un pueblo hambriento con ofertas engañosas.
Diálogo
-¿Qué valoración le hace usted a los diálogos promovidos por el gobierno con la oposición.
-Necesitamos un gobierno que escuche a todos los sectores en cada rincón de Venezuela, todos los días. Lamentablemente el que tenemos hoy no da la cara en los barrios, en las fábricas, en el campo o el comercio. Cree que escondiéndose en otro país y dialogando en solitarios salones puede calmar nuestros reclamos.
-Pero la oposición parece entenderse con el régimen.
-No conozco las interioridades de ese llamado diálogo, pero no tengo dudas de que los reclamos que en República Dominicana le hacen al gobierno son la liberación de los presos políticos, el res- peto a la Asamblea Nacional electa por el pueblo, la adopción de medidas de urgentes para enfrentar el hambre y la desnutrición y que cesen el ventajismo en el Consejo Electoral. No sé si los compañeros de oposición tendrán éxito en este trabajo, pero les pido que nunca abandonen ninguna diligencia pacífica, por mucho rechazo que sientan de este gobierno sordo.
-¿Qué le agregaría a esas peticiones?
-Lo más urgente es la eliminación del control de cambios para que al país venga todo tipo de inversiones, aumente la producción y se generen fuentes de trabajo. No podemos negarnos a la ayuda humanitaria, pero eso solo duraría semanas; la verdadera solución está en la recuperación del aparato productivo. Esa es la gran esperanza de los pobres y hambrientos de nuestro país. A ese tema cambiario se le ha dado demasiadas largas y cada día que pasa la economía se hunde más.
-¿Es optimista o pesimista sobre el futuro inmediato?
-Soy un convencido que con un modelo de economía abierta que ponga la producción y comercialización de bienes en manos particulares y con un modelo de Estado que se concentre en la inversión social: alimentación, salud, educación, seguridad; en la protección del ambiente y el mejora- miento de la infraestructura, así sacaremos al país de abajo, a corto plazo. Para lograrlo hay que integrarse un gobierno de amplitud con los producto- res, trabajadores, investigadores y académicos y con la comprometida presencia de los partidos democráticos.
-Una última pregunta: ¿Cardenales o Caribes? -Cardenales de Lara
Gracias por eso