El descalabro opositor venezolano no tiene antecedentes en la historia reciente del continente. Luego del espectacular triunfo del 6 de diciembre del 2015, vieron el poder político tan cerca, que literalmente hablando, se volvieron locos. Salieron en cambote a hacer campaña electoral, en la errada creencia de que todo sería fácil y tenían la pelea ganada. Miraflores estaba a pata ´e mingo. El estúpido frenesí triunfalista llego a extremos impensables de cara a lo que debía ser un rápido proceso de sustitución Institucional, fundamentalmente el CNE. Las giras promocionales para buscar la candidatura a la presidencia de la república, partieron del propio palacio legislativo, que se convirtió en el comando de campaña del diputado con más kilometraje. En un país desorientado, era obvio que un ídolo de calle naciese de las desproporciones mediáticas y el verbo encendido del viejo dirigente.Los jóvenes lo adoraron y se querían tomar fotos con el hombre que juro sacar del poder a Nicolás Maduro… en seis meses.
Los enfrentamientos viscerales en la MUD y las zancadillas para sacar del camino posibles aspirantes dieron sus frutos. Nos destruimos unos a otros y los hicimos más fuertes. Las sucesivas frustraciones de todo un país que mayoritariamente quiere un cambio político, se traducen en un peligroso bajón anímico con características de resignación. Un ¿qué podemos hacer? se hace presente en un colectivo que comienza a ver como opción verdadera los instrumentos sociales del gobierno para poder sobrevivir en medio de esta espantosa crisis de precios y abastecimiento que nos mata progresivamente. Los gritos del hambre se pierden en el vacío de una clase política sin la altura histórica que los tiempos requieren. Son demasiado pequeños para entender lo que ocurre. Son demasiado mezquinos para revestirse de grandeza y desprendimiento…
La sociedad busca desesperadamente un rumbo certero. Para ello se hace obligante la presencia de timoneles políticos que estén conscientes de la enorme responsabilidad que implica reconstruir un país devastado. Urge un sacudón estructural en la sociedad venezolana que permita refundar los instrumentos de lucha en función de verdaderos esquemas unitarios. Luego de 19 años de fracasos e intentos fallidos, es hora de que la dirigencia política, a todos sus niveles, asuma la corresponsabilidad de todo lo ocurrido. Los días decembrinos son propicios para hacer los análisis respectivos en función de los grandes desafíos que están a la vuelta de la esquina. Seguramente el gobierno tratara de hacer las presidenciales lo más pronto posible para aprovechar la depre colectiva. Es el momento para actuar rápidamente, antes de que sea demasiado tarde…
Mis comentarios:
-Ninguna sorpresa ha causado en los venezolanos los resultados de las elecciones municipales.
-Ha quedado demostrado que la unidad es la única vía posible para transmitir confianza en el electorado…
-Se cierra un ciclo de una dirigencia que debe entender que su tiempo pasó…
-La sociedad busca caminos alternos que permitan refundar la oposición…
-Nos despedimos hasta la segunda quincena de enero. Nos tomaremos unos días de descanso para repensar las cosas y redefinir rumbos para un 2018 que visualiza muy complejo y peligroso…
-A pesar de todo, Feliz Navidad y muchas bendiciones para Venezuela…
El hombre no se afirmará por medio de la maldad, pero la raíz de los justos no será removida…(Proverbios 12:3)
Sergio Borgel
Pido la palabra – Refundar la oposición…
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