La inspiración, según el diccionario, es el estímulo o lucidez repentina que siente una persona y favorece la creatividad, la búsqueda de soluciones a un problema, la concepción de ideas que permiten emprender un proyecto.
Por ejemplo, Billo Frómeta se infiltró en su letra enviándole a Juan Vicente Torrealba un mensaje para que afinara el arpa y le tocara algo a Caracas.
Andrés Eloy Blanco reclamó en su bello verso al pintor el olvido por los angelitos prietos requiriéndole que, aunque la virgen fuera blanca, le pintara uno negro.
Leí hace tiempo en el diario de Sevilla que al entrar a la Basílica de la Macarena, en el primer altar de la derecha se admira a las Vírgenes de hispanoamérica. Allí está la de Coromoto, patrona de Venezuela.
Dicen que un cuadro de ella, hecho por el pintor Pedro Centeno Vallenilla, inspiró al gran poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, quien al verla rodeada de ángeles catires (rubios), trigueños (morenos) e indios, echó en falta a los angelitos negros.
Hoy nos atrae solicitar una pintura que ilustre a un país en ruinas. Y en uno de estos amaneceres, cuando el músculo se levanta, en ese mar de evocación, miedo y congoja por nuestro futuro, imaginé ese diseño echando de menos la felicidad que fuimos.
Entre el sueño y la nostalgia, mi musa fue directa al fraternal amigo Armando Villalón: “Armando, chico, píntale algo a Venezuela, con colores bien bonitos, sin que al pueblo le duela”.
Es Armando el indicado. Pocos artistas nuestros cuentan con la fortuna del afecto y la admiración tan rotunda como este hermano.
Si tú le has sacado brumas al turbio, afina tus pinceles para que pintes la miseria humana en la cual vivimos, pero con el hechizo de la pasión simbolizada por Cupido con una flecha de esperanza disparada a Dios y humanos.
Que tenga tonalidades con sabor al pueblo próspero que fuimos, el sortilegio del afecto que ilumine cualquier ceguera.
En tus manos dejo este bastidor en blanco, viejo. Y si Andrés Eloy pidió que aunque la Virgen fuera blanca le pintaran un ángel negro, te pido que, aunque nuestra felicidad esté hecha añicos, dentro de esa desventura coloréame al lado una nación risueña, porque además de la poesía y el canto, la pintura es el mensaje del alma.
El prójimo estará de acuerdo conmigo porque la dimensión que tienen tus obras es de una conexión profunda e intensa desde el espíritu, de las energías que se encuentran. Además de tu intelecto es tu espiritualidad el misticismo.
En la contemplación de tus trabajos hay un encuentro particular y profundo. Cada uno tiene mensajes desde el sentir. Se produce una unión silenciosa, íntegra y evolutiva que conecta con un lenguaje de ilusión.