Hampones asesinan a hijo de policía

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Un joven de 16 años fue asesinado poco después de salir de misa en la madrugada de ayer, en pleno centro de Sanare, capital del municipio Andrés Eloy Blanco.

El hecho generó poco después una protesta a la entrada de esa ciudad, que se mantuvo desde el amanecer hasta las once de la mañana, cuando los manifestantes decidieron suspender su acción y permitir el paso de vehículos.

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Pero, mientras se sucedía la manifestación de los vecinos, en un caserío próximo a Sanare, los hampones también dieron muerte a otro joven cuando éste se opuso a que le robaran su moto.

El hijo menor de un policía

Walner José Dávila Tépez era hijo del policía José Rafael Dávila y de Ana Victoria Yépez Angulo. Había comenzado a estudiar el tercer año en Sanare y decidió proseguir sus estudios en Cabimas, donde residen sus hermanastros; pero, por motivos que no dio a conocer, decidió regresarse y se inscribió en el liceo de Monte Carmelo. Sin embargo, no había empezado a estudiar.

Así lo dio a conocer su padre cuando habló con los periodistas en las inmediaciones de la morgue, cuando esperaba que llegara el cadáver.

Dávila reveló que era el menor de sus cuatro hijos que tuvo con tres parejas.

Crimen a la salida de la iglesia

El acongojado padre manifestó que la versión del suceso que conoció indica que su hijo, junto a una muchacha y un joven, habían salido, a eso de las cuatro y media de la madrugada, muy contentos de la primera misa decembrina, ya que en Sanare se recibe el último mes con este tipo de oficio religioso para celebrar las fiestas de Navidad.

Cuando se aproximaban a la plaza Bolívar fueron los jóvenes interceptados por un par de antisociales armados, que les conminaron a entregarles sus celulares.

Cuando Walner José Dávila Yépez opuso resistencia uno de los delincuentes le disparó directamente a la cabeza.

Los hampones tan pronto vieron caer a su víctima salieron a la carrera; pero nadie trató de darles caza por el temor de que pudieran reaccionar disparando.

Al recibir el balazo, el muchacho se desplomó y sus acompañantes se dispusieron a ayudarle. Las personas que también habían salido del templo acudieron presurosos para ayudar; pero desafortunadamente, no recibieron auxilio de las autoridades policiales a quienes se les pedía que trasladaran al herido al hospital José María Bengoa.

En esos momentos de desesperación, varias personas lograron detener a un vehículo particular y hacer que el conductor trasladadara al herido al mencionado centro asistencial.
Dávila dijo que su hijo, aún sangrante, pudo salir caminando del auto con la ayuda que le dieron sus acompañantes.

Pero el hospital de Sanare no tiene ambulancia en funcionamiento y fue enviado al hospital de Quíbor. Dada la gravedad de la lesión murió en el trayecto.

Llamada desesperada

Dávila dijo que se encontraba durmiendo en casa de su progenitora, Ana Elisa Dávila, en San Jacinto, ya que pensaba en la mañana adquirir los productos comestibles que llevaría a su residencia en Duaca.

Era como las cuatro y media cuando sonó el teléfono y una muchacha, llorando, me dijo que mi hijo estaba mal herido y que ella y un amigo lo tenían en sus brazos, esperando ayuda.

Ana Elisa Dávila intervino para decir que pasó una mala noche, porque los perros del vecindario no la dejaron dormir, ya que estaban ladrando insistentemente.

“Cuando los perros ladran sin cesar es porque anuncian una tragedia”, comentó.

La madre de la víctima se encontraba ayer en Cabimas, visitando a sus hijos que se encuentran residenciados en esa ciudad zuliana, y al momento en que el funcionario hablaba con los periodistas, aproximadamente las diez de la mañana, ya había salido hacia Barquisimeto.

La sombra de los Carasucias

El funcionario contó que durante 32 años ha prestado sus servicios a la Policía de Lara.
Cuando me destacaron en Sanare fue cuando los Carasucias mantenían en zozobra a la población. Esa banda delictiva actuaba sin piedad. Y su sombra se mantiene todavía en esa comunidad, ya que aunque ya no están quienes la integraban, quedan sus hijos y nietos haciendo de las suyas.

Sanare ha sido víctima de una oleada delincuencial desde entonces y no ha habido forma de enfrentarla con eficacia, se lamentó.

Burocracia e indolencia

Dávila dio a conocer que uno de sus compañeros lo llamó para informarle que esta semana fue enviada una patrulla nueva al comando de la Policía de Sanare, pero no ha sido activada porque la burocracia ha impedido que se le asigne un conductor.

Es por ello que cuando las personas acudieron a pedir auxilio, les fue negada y no pudieron trasladar al joven herido al hospital.

Recordó que la Policía de Lara está intervenida y, en consecuencia, no se toman decisiones oportunas.

Tranca de vía

Una vez que se conoció el crimen del adolescente, los vecinos se congregaron en Altos del Viento, a unos cinco kilómetros de la entrada de Sanare, para realizar una protesta contra la inseguridad y la impunidad reinante en el municipio Andrés Eloy Blanco.

Félix Saavedra, presidente de la Asociación de Comerciantes del municipio, declaró a EL IMPULSO, que la comunidad se siente indignada, preocupada, angustiada y sumamente molesta porque hasta ahora el Gobierno no se ha ocupado de atender la crítica situación delictual que aterroriza a toda esa jurisdicción del estado Lara.

Aquí se han venido realizando protestas de calle, pero las autoridades se muestran indiferentes al punto que los policías no pueden realizar patrullajes porque no cuentan con vehículos. Es por ello que los delincuentes no sólo operan en la ciudad, sino en el medio rural, donde los productores son asaltados para quitarles los sacos de los comestibles que sacan a los mercados.

Por su parte, el exconcejal Darío Zambrano, quien también se comunicó con la Redacción de este diario, declaró que no sólo es grave la delincuencia, sino la impunidad que reina en el municipio, porque hay bandas plenamente identificadas que operan a sus anchas ante la mirada indiferente de las autoridades.

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