Centenario de la revolución rusa (3)

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En el caso concreto de Venezuela, no puede ser que bajo el alegato de que éste es un nuevo socialismo, a lo venezolano y a lo bolivariano y que busca ser original y no copiar otro modelo, se pretenda negar el papel histórico que tuvo, ha tenido y seguirá teniendo el marxismo en la matriz fundamental del socialismo moderno. Por más importancia que tenga el rescate del bolivarianismo este no es suficiente para la trasformación socialista; bolívar fue un pensador republicano, no un socialista. Quedarnos en el bolivarianismo no nos permite trascender, por el contrario, obstaculiza y nos atolla en el nacionalismo y estatismo burgués.

Si algo atenta contra la madurez y solidez del proceso revolucionario y la construcción del nuevo socialismo es su pragmatización, creer que es solo un proceso donde debemos ganar elecciones, crear algunas misiones que permitan dar respuestas a los excluidos pero que por debilidad o carencia teórica y filosófica no traspase de la estatización de la república, del caudillismo, del efectismo electoral, del efectismo del concreto y no permita la construcción de nuevas relaciones sociales, de una nueva economía, una nueva educación, una nueva cultura e ideología que enfrente no solo las bases materiales de dominación capitalista sino -las más difícil de percibir- las estructuras de dominación política e ideológica.
La lucha contra el dogmatismo no puede llevarnos a otros dogmatismos, de negar el papel de quienes históricamente han pensado y han formado parte de las luchas de clases, por la desconstrucción del modelo capitalista y el surgimiento de una sociedad radicalmente distinta. Siempre he manifestado que prefiero un dogmático a uno de estos seudos intelectuales que dice mucho y nada a la vez, a quienes no los une ningún basamento teórico y filosófico firme, aquellos que se dejan llevar por todos los modismos intelectuales (posmodernidad, complejidad, sociedad del conocimiento y pare usted de contar). Sin la menor duda el socialismo, el nuevo socialismo no es solo marxismo, pero socialismo sin marxismo no es socialismo, es cualquier otra cosa desde socialdemocracia, revisionismo, anarquismo o simplemente más de lo mismo.

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A pesar que la sustentación ideología-doctrinal del socialismo del Siglo XXI en sus primeros momentos ha sido muy confuso, nunca Chávez se definió como marxista y por el contrario en el 2007 llama a sus partidarios a alejarse de esta corriente: ‘El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no tomará las banderas del marxismo-leninismo porque es una tesis dogmática que ya pasó y no está acorde con la realidad de hoy'(…). “Fidel es marxista-leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no”.
Sin embargo, a pesar de este aparente alejamiento del marxismo- que, a nuestro modo de ver, parecía más por temor a la reacción de los venezolanos cercanos unas elecciones que por convicción política- vemos en el presidente, sobre todo a partir del 2003, una política social claramente clasista, reivindicando las luchas de clase, el papel de la clase trabajadora, el antiimperialismo y anticapitalismo. Luego en el 2007 se asume marxista.
Compartimos plenamente con Antonio Aponte quien señala:

Nadie antes consiguió llevar la idea y la práctica de la transformación radical de la sociedad tan lejos como Chávez. Nadie consiguió difundir a tan altos niveles la discusión sobre el Socialismo. Nadie colocó al pueblo en el camino de la construcción de otro mundo. Nadie nunca desarrolló una política internacional que modificara radicalmente las relaciones entre los pueblos, sustituyendo la relación mezquina comercial, por la relación fraterna de las naciones. En resumen, nadie cumplió a tan elevados niveles el precepto marxista de: “transformar al mundo, más que contemplarlo”.

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