”No hay nada que tanto una y haga vibrar a este pueblo zuliano como una sola alma como la devoción a la Virgen Santísima de Chiquinquirá. No hay nada que esté tan ligado con su vida. El nombre de La Chinita, según se la llama popularmente, se halla en las grandes mansiones, en las casas humildes, acompaña al viajero y es el refugioo de los que se encuentran en peligro en tierra, agua o cielo. Donde entra el dolor, como donde reina la alegría, el nombre de la Virgen de Chiquinquirá está presente. Ella, como canta el hermoso himno compuesto en su honor, está con este pueblo bravo y fuerte, que en la vida y en la muerte, ama, lucha, canta y mora”.
Todo eso lo escribió el desaparecido monseñor Domingo Roa Pérez, quien fuera durante años Arzobispo de Maracaibo y uno de los más fieles devotos de la patrona de los zulianos.
Y este sábado, como cada 18 de noviembre, la feligresía mariana del occidente del país se une en la alegría y la oración para rendir honores a la imagen de la Virgen María que una humilde lavandera encontró a orillas del Lago de Maracaibo, un día no precisado hasta ahora, así como también el mes y el año, aunque algunos historiadores colocan en noviembre, supuestamente en 1750.
Se cree que la tablita con la imagen, similar a la de la Virgen del Rosario de chiquinquirá, que se venera en Colombia, cayó de algún barco que circulaba por las aguas del lago y la mujer, coincidencialmente, la recogió y después de limpiarla la utilizó como tapa de la tinaja donde conservaba el agua para beber.
A los pocos días, notó el dibujo y la colgó en una de las paredes de su humilde casita, hasta que una noche escuchó unos golpesitos y observó claramente el rostro de María, gritando con todas sus fuerzas, !Milagro, milagro, milagro, lo que atrajo a sus vecinos y posteriormente de otros sectores de la ciudad.
A raíz de la conmoción, las autoridades eclesiásticas dispusieron llevarla a un sitio adecuado, en este caso un templo, siendo escogida el parroquial, lo que hoy es la catedral de Maracaibo, pero al llegar a la esquina de la iglesia, el anda en que la transportaban se hizo tan pesada, obstáculo que desapareció al disponer llevarla al templo de San juan de Dios, hoy basílica de La Chinita, donde tiene sumorada.
El caso llegó al Vaticano y después de constatarse los prodigios obrados, el 16 de julio de 1917, el Papa Benedicto XV dispuso su coronación canónica, lo que ocurrió el 18 de noviembre de 1942, fecha que se toma para la celebración del Día de la Chinita.
La corona de oro de 18 kilates, con un peso de 10 kilos, está adornada con joyas donadas por familias zulianas; además, en el curso de los años, devotos le han colocado todo tipo de prendas en agradecimiento a favores recibidos.
Y aún cuando la festividad es tomada por algunos como ajena a la religiosidad, con celebraciones a base de bebidas espirituosas y parrandas que a veces llegan al jolgorios, el peregrinaje de devotos a la Basílica es constante, no sólo este sábado sino todo el año.
Y esta tarde, después de la misa concelebrada en el principal templo del Zulia, la imagen saldrá en procesión por algunas calles del centro de Maracaibo, aunque en sectores más apartados, sobre todo en El Milagro, en los rosarios familiares abogarán por el retorno de la paz, no sólo al Zulia sino a todas Venezuela.
Y así como Maracaibo se viste de gala este día, esa alegría se extenderá también a Perjiá, Cabimas, Lagunillas, Guajira, Sur de Lago, Mara, Mikranda, y hasta a entidades vecinas donde se le rinde tributo a la tablita milagrosa.