En la medida de los posible trato de evitar caer en la tentación del inventario de problemas que sufre la población. Todos están sobre diagnosticados y frente a ellos hay estudios completos, ideas, proyectos y programas para eliminarlos o, al menos, revertir hacia lo positivo las negativas tendencias actuales. Sin embargo poco se hace en la práctica. Pareciera que nada de eso importara al régimen y muy poco a la mayoría de los dirigentes opositores.
Venezuela continúa siendo víctima de un régimen ideologizado, pero conducido por gente sin preparación, ineficiente y altamente corrompida y corruptora. Con muy importantes excepciones, en la oposición abunda la improvisación, el electoralismo y la ausencia de objetivos bien definidos. En uno y otro bando vemos a los mismos, haciendo lo mismo y esperando resultados distintos lo cual es imposible. Este concepto no pierde vigencia, a pesar de su antigüedad ya que es siempre certero. Mientras los días pasan, la tragedia avanza, el ambiente obscurece y las expectativas de cambio se diluyen progresivamente.
Algunos amigos y compañeros de muchas luchas me preguntan sobre lo que hago en estos momentos. Normalmente les respondo con tratando de no aumentar el desánimo que noto en ellos, pero la realidad es que estoy haciendo poco y reconozco que debo dejar este recogimiento que mantengo de un tiempo a esta parte. Me siento muy solo y el frío de la soledad siempre es muy intenso. Lo delicado es que hay bastantes compatriotas en la misma actitud. Lo importante es que juntos irrumpamos en el escenario nacional con la verdad por delante y sin pretensiones protagónicas de ninguna naturaleza. Pero ya basta de permanecer en actitud de expectativa vigilante. Debemos pasar a la acción.
A la dirigencia opositora le recuerdo que no hay secretos eternos. Todo se sabe, más tarde o más temprano. Se aproxima la hora en la que cada uno deberá asumir la responsabilidad que le corresponde.
A pesar de la enorme información calificada con relación al narcotráfico y al terrorismo y sus tentáculos operativos en Venezuela, de la corrupción que tiene uno de los casos más escandalosos de la historia en las comisiones de Odebrecht y unos cuantos temas más, para la oposición pareciera que no existen. No se habla de ellos. Se evitan las respuestas comprometedoras cuando los temas se plantean abiertamente. Alguien debería explicar.
En nombre de la unidad opositora no podemos tolerar conductas reprochables y errores graves de conducción. No podemos ser cómplices de “el viaje hacia ninguna parte” en el que parecemos embarcados. Como bien señaló Luis Betancourt, la unidad no puede ser complicidad. Es hora de aferrarnos a nuestras convicciones, principios y valores que han acompañado una larga trayectoria que debemos honrar.
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