Asfixiado por la debacle económica, el gobierno de Nicolás Maduro podría tomar oxígeno de cara a las elecciones presidenciales de 2018 si deja de pagar la abultada deuda externa venezolana, aunque a largo plazo las consecuencias serían desastrosas.
Venezuela debe pagar el viernes unos 81 millones de dólares del bono de la petrolera PDVSA 2027, primer monto a cumplir desde que Maduro anunció hace una semana que buscará refinanciar y reestructurar la deuda, de unos 150.000 millones de dólares.
Las agencias Fitch, Standard and Poor’s y Moody’s rebajaron la calificación de la deuda venezolana ante una posible cesación de pago en el corto plazo. De darse, Venezuela sería la primera economía petrolera en caer en default.
La incertidumbre reina. Capital Economics opina que eso podría ocurrir este fin de semana; otros analistas creen que el gobierno cumplirá al menos hasta el lunes, para cuando citó a sus acreedores en Caracas y debe pagar 200 millones más de rendimientos.
En lo que resta de 2017, el país con las mayores reservas de crudo deberá cancelar entre 1.470 y 1700 millones de dólares en intereses de bonos, según las consultoras Aristimuño Herera & Asociados y Eurasia Group.
Con reservas internacionales de solo 9.700 millones de dólares, Venezuela encara obligaciones para 2018 de unos 8.000 millones, la mayor parte en el segundo semestre. Juan Carlos Rodado, del banco Natixis, ve para entonces más probable el default.
Los expertos coinciden en que las presidenciales de fines de 2018 y las sanciones económicas de Estados Unidos tienen un peso preponderante en el anuncio de Maduro.
Respiro electoral
Con el desplome de los precios del petróleo, fuente de 96% de divisas del país, el gobierno recortó drásticamente las importaciones para evitar el cese de pagos, provocando una severa escasez de alimentos y medicinas.
«Un default liberaría recursos para financiar importaciones, dando a Maduro, en el corto plazo, el impulso político que espera para asegurar la reelección», según Risa Grais-Targow, analista para Venezuela de Eurasia Group.
«Pagar implica seguir recortando importaciones. Eso tiene un costo político muy elevado para un gobierno con baja popularidad», dijo a AFP Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.
Oliveros cree que Maduro, cuyo mandato termina en enero de 2019, aspira a reelegirse y podría adelantar los comicios, fortalecido con la victoria oficialista en las regionales de octubre y un esperado triunfo en las municipales de diciembre, de las que la oposición se marginó.
«No pagar le permitiría tener más dinero para la campaña, importar bienes básicos y bajar el riesgo de protestas», comentó a AFP el analista Diego Moya-Ocampos, del IHS Markit.
Pero en el mediano plazo, según Oliveros, un default profundizaría «la recesión» en una economía que se contrajo 36% en los últimos cuatro años y a las puertas de la hiperinflación.
«A largo plazo, las consecuencias financieras agravarían el descontento social y potencialmente debilitarían el apoyo interno al gobierno», apuntó Grais-Targow.
El país enfrentaría litigios internacionales y el embargo de activos de PDVSA en el exterior, como CITGO, filial de la petrolera en Estados Unidos, o de cuentas por cobrar, advirtió Alejandro Grisanti, de Ecoanalítica.
«El enemigo externo»
Los expertos intentan descifrar las intenciones del gobierno, pues anunció su plan a sabiendas de que las sanciones del gobierno de Donald Trump impiden a sus ciudadanos y bancos negociar deuda venezolana.
Según el economista Luis Vicente León, un refinanciamiento interesa al mercado financiero internacional y a grandes inversionistas norteamericanos, por lo que Maduro estaría tras «aliados» en Estados Unidos para un lobby «que busque flexibilizar las sanciones».
De paso, dice Oliveros, el gobierno se «victimiza», al mostrar a «agentes externos como los causantes de la crisis.
«Va a utilizar la retórica nacionalista en la campaña presidencial, la del enemigo externo», dijo Moya-Ocampos. Así ocurrió en Argentina, cuando se declaró en default, recordó Oliveros.
A su juicio, el gobierno busca también que, con el nerviosismo que genera su anuncio, los bonos bajen y empresarios afines o sus socios Rusia y China recompren parte de la deuda.
En las calles, la gente duda cómo les afectará todo esto. «He escuchado que están pariendo (sufriendo) para pagar, lo que deberían de hacer es comprar medicinas y alimentos. Aunque de repente si no pagan, puede ser peor», dijo a AFP Freddy Chacón, taxista de 27 años.