Hijo de Antonio de Berrío y María de Oruña, hermano del gobernador de Guayana y Trinidad, Francisco Berrío y Oruña, tomó posesión de la Provincia de Venezuela el 15 de junio de 1616. Algunos autores señalan que nació en Bogotá.
No obstante, sabemos que su hermano Fernando nació en Berja (España) y creemos que Francisco también. En todo caso, América no le era extraña, ya que la familia había llegado a Bogotá en 1580, estando los hijos sin uso de razón.
Su vida entera transcurrió en estas tierras, desde las aventuras doradistas de su padre hasta éstas de él y su hermano como gobernadores.
A partir de 1618, cuando llega el obispo Gonzalo de Angulo y, además, se reciben las Cédulas Reales de Felipe III, de abril y octubre, al gobernador Berrío lo domina una empresa vertiginosa: la fundación de pueblos.
Responde a lo ordenado por la Cédula: «que se junten obispo y gobernador para reunir en pueblos a los indígenas, recogiendo a los dispersos en las encomiendas.» Obviamente, este fue el comienzo de la desaparición del sistema de encomienda en Venezuela y el paso de una institución de derecho privado, como éstas, a otra de derecho público, como eran los pueblos que se ordenaba fundar. Pero no sólo se proponía la reunión de los indígenas en pueblos sino que estos, ubicados alrededor de las ciudades, se buscaba que fueran el sustento agrícola y pecuario de las urbes. Además, se facilitaba la labor misionera, ya que los arquitectos de estas nuevas poblaciones serían los presbíteros. Primero lo fueron los sacerdotes de la curia, y luego veremos la llegada de las órdenes religiosas en misiones.
Recordemos que las ciudades fueron pensadas para los blancos peninsulares y los criollos, mientras los indígenas permanecían en tutela de los encomenderos en sus tierras y como servicio doméstico, ahora lo que se buscaba era crear una red entre las ciudades y los pueblos indígenas que articulara mejor la subsistencia agrícola y potenciara la evangelización. De allí que Berrío tomara posesión y estuviera cinco años fuera de Caracas en su periplo fundador. En verdad, ningún otro gobernador tuvo en su haber un número de pueblos fundados en tal cantidad.
Este honor no hay manera de escamoteárselo.
De su periplo quedó constancia gracias al escribano Juan Luis de Antequera, quien lo acompañó en la dilatada tarea y firmó su relación el 8 de junio de 1621. Allí queda claro que los pueblos indígenas se fundaron como pequeñas urbes satélites de las ciudades. Es decir: El Tocuyo, Carora, Barquisimeto, Trujillo, Valencia, Maracaibo y Caracas. La lista de pueblos fundados por órdenes de Berrío sobrepasa el centenar. Los que enumeramos los ofrecemos a manera de ejemplo. La lista no es exhaustiva.
En 1620 se fundan Santa Catalina de Cuara, Nuestra Señora de La Victoria, Nuestra Señora de la Candelaria de Turmero, San Joseph de Cagua, San Mateo, San Jerónimo de Cocorote, San Miguel Arcángel de Acarigua, San Antonio de Padua de los Naranjos de Humocaro Alto, Nuestra Señora del Rosario de Humocaro Bajo, Nuestra Señora de Altagracia de Quíbor, Santa Ana de Sanare, San Miguel Arcángel de Cubiro, San José de Siquisique, San Juan Bautista del Valle de Duaca, San Juan Bautista de Urachiche, San José de Guama; entre otros. Por supuesto, no siempre el fundador fue Berrío en persona, pero sí fue el autor de la instrucción que ordenaba a un delegado la fundación del poblado.
En 1621, cerca de Caracas, se fundan San Francisco de Paula de Agua Fría de Baruta, El Valle, Santa Lucía de Pariaguán, Nuestra Señora de Copacabana de las Guarenas, Dulce Nombre de Jesús o Buen Jesús de Petare, San Pedro y San Pablo de Antímano.
Durante toda su gestión estimuló el aumento de los cultivos de tabaco y cacao. Estando fuera de Caracas en su labor peripatética fundadora recibe el nombramiento de su sucesor, Juan de Treviño y Guillamas, y después de la residencia de rigor se embarca hacia España y naufraga cerca de La Habana, en 1622. Nadie fundó tal cantidad de pueblos en Venezuela y, es probable, que tampoco haya habido alguien de similar fervor urbano en América y, sin embargo, son pocos los que advierten su paso por el mundo. Hay personajes sobre los que se posa una nube de silencio que es inversa a la dimensión de sus realizaciones. ¿Por qué ocurre? ¿Quién sabe?