Venezuela debe pagar este jueves 1.121 millones de dólares de un bono de deuda evitar un default, en medio de una agobiante crisis que promete agravarse por la hiperinflación y la caída de la producción petrolera.
El gobierno no había anunciado aún el desembolso de los recursos, aunque analistas creen que lo hará a toda costa para evitar una cesación de pagos que traería más caos.
Se trata de la última amortización de un papel de la petrolera PDVSA, sostén de una economía donde el crudo representa 95% de las exportaciones, y con serios problemas financieros y operacionales.
Además, es la segunda gran prueba a la capacidad de pago de la empresa en menos de una semana, luego de que el pasado viernes empezara a transferir 842 millones de dólares para la cancelación parcial de su bono 2020.
A esas obligaciones hay que sumar los intereses, que tienen 30 días de gracia: 143,1 millones de dólares (2017) y 47,6 millones (2020).
El gobierno del presidente socialista Nicolás Maduro no ha reportado el pago de otros intereses de bonos soberanos y de PDVSA que debía realizar en octubre, también con período de gracia.
«Lo más probable es que también se retrase el pago del PDVSA 2017», dijo a la AFP Alejandro Grisanti, director de la consultora Ecoanalítica, al estimar que el 2020 recién se hará efectivo este jueves, y el 2017 a fines de la próxima semana.
Los expertos sostienen que el gobierno está teniendo problemas con sus medios de pago, a raíz de las sanciones de Estados Unidos que prohíben negociar nueva deuda venezolana.
Aun honrando estas obligaciones, el país deberá cancelar en lo que resta del año unos 1.800 millones de dólares de intereses de otros papeles, según la firma Aristimuño Herrera & Asociados.
«Las cuentas no cuadran»
El gobierno se jacta de su «solvencia», si bien su fórmula de pago implica un «enorme sacrificio» para los venezolanos al basarse en una agresiva reducción de importaciones, observa el economista Orlando Ochoa.
En un país dependiente de lo importado y donde el gobierno monopoliza las divisas y fija muchos precios, esto ha generado una aguda escasez de alimentos, medicinas y todo tipo de bienes básicos.
Las importaciones cerrarán este año en 12.500 millones de dólares, frente a unos 70.000 millones de 2012, de acuerdo con consultoras privadas.
Y con compromisos de deuda por unos 8.000 millones de dólares en 2018, el panorama es complejo, aunque, como atenuante, esos pagos se concentrarán en el segundo semestre del año.
«El riesgo de default se mantendrá», sostiene Grisanti. Una advertencia que se funda en índices alarmantes, que Ecoanalítica equipara con los de un «país en guerra».
La economía venezolana se contrajo 36% en el último cuatrienio, mientras el FMI proyecta que la inflación escalará a 652,7% este año y a 2.349,3% en 2018.
El déficit externo, en tanto, se ubicará en 12.000 millones de dólares, con unas reservas cercanas a 10.000 millones, las más bajas de los últimos 15 años para este país con las mayores reservas petroleras del mundo.
«Las cuentas no cuadran, a menos que se hagan reestructuraciones o suspensión de pagos», apuntó Ochoa a AFP. Venezuela también tiene como acreedores a China (28.000 millones de dólares) y Rusia (8.000 millones).
Para paliar el avance voraz de lo que algunos economistas ya consideran hiperinflación, Maduro aumentó 30% el salario mínimo el miércoles, llevando el ingreso básico a 456.507 bolívares (136 dólares a la tasa oficial y 11 dólares en el mercado negro).
Con una devaluación del bolívar de 96% en el último año, para algunos el reajuste es un espejismo.
Menos petróleo
Pero uno de los puntos más álgidos de la crisis es la producción petrolera, que cayó 22,9% desde 2008 hasta los 1,9 millones de barriles diarios de hoy, según la OPEP.
Una recuperación de precios, en consecuencia, no significaría mayores beneficios para PDVSA. «No pueden pagar las empresas de servicios. PDVSA acusa un deterioro financiero y estructural, fue estrangulada», comentó Ochoa, experto petrolero.
Sin embargo, Maduro confía en remontar la crisis que atribuye una «guerra económica» de la derecha local y Estados Unidos.
Como parte de su recetario contra otro de los males económicos ligados a la inflación -la escasez de efectivo-, el miércoles presentó un billete de 100.000 bolívares que multiplica por cinco el actual de mayor denominación.