Del Guaire al Turbio – Abjuración

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Cuando el 15 octubre -Día de Santa Teresa de Jesús- de este convulsivo año 2017 fuimos a votar, saltando todos los obstáculos inconcebibles que el mal llamado y malnacido Consejo Nacional Electoral nos puso, para disuadirnos, creo que sólo los muy ingenuos tenían la esperanza de un triunfo. No me encuentro entre éstos, siempre supe que la trampa iba a ser colosal, invencible, porque el oficialismo y las indignas rectoras del CNE difícilmente se iban a dejar sorprender como en 2015. Por el contrario, habían afilado sus ardides para impedir que se les colara algún chance a la oposición. Sin embargo, nunca dudé de mi obligación de votar. Habíamos estado luchando por esas elecciones consagradas en la constitución que tenemos, mucho antes de que apareciera la pantomima de la espuria constituyente.

No admiro, en absoluto, la actual constitución, es un adefesio hasta en la redacción, pero la aprobó el soberano, repudiando la que sí era una Constitución -así, con mayúscula- la de 1961, la mejor que ha tenido Venezuela, estudiada y redactada por verdaderos artífices del derecho constitucional. Así, con toda esa desviación lamentable, la actual, es una constitución legal y no nos queda más recurso que a ella atenernos. Por eso, la elecciones de gobernadores del 15 de octubre eran legales y había que votar, aun sin ninguna esperanza, pero eso no significaba, ni significa, ni significará, acatamiento alguno a la espuria y ridícula constituyente.

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Para mí, además de lo expuesto, era perentorio votar para darle más trabajo a los tramposos: a mayor número de votantes mayor esfuerzo para impedir la votación, para poner trabas, para hacer desmanes, mayor empeño para alterar los resultado y así mayor visión del mundo sobre el régimen de sinvergüenzas en cuyas manos está nuestro país. Espero que hayan quedado agotados con la tarea, especialmente las mercenarias del CNE.

Ahora tenemos enfrente lo inesperado: la juramentación ante la espuria constituyente de algunos pocos gobernadores elegidos de la oposición (!) ¿Pero es que eran de la oposición? Me parece que no, con razón fueron por partido, mejor dicho, con la parte en decadencia moral de un partido. Son adecos, pero de lo peor de AD. Por eso, los mejores adecos de otrora, no los aprueban. Desgraciadamente, afloran de nuevo viejas artimañas, viejos procedimientos -que creíamos superados y depurados- de un partido que cometió muchos errores en el pasado y queríamos olvidarlos. Vuelven las oscuras golondrinas: oportunismo y engaño. Tanto, que destruyeron la MUD, a la cual le hago un reconocimiento. Fue mucho lo alcanzado por este titánico esfuerzo democrático que se consolidó bajo la eficiente batuta de Ramón Guillermo Aveledo. Para mí, el balance es positivo, pero, ¡ay!, estaba en manos de hombres, con ambiciones y mezquindades que destruyeron su precaria unidad.

Saludo con respeto y admiración a quienes luchan del lado de la verdad -¡cuánta mentira!-, a quienes no se someten ni se dejan pisotear por las botas de unos narcotraficantes que han vendido la patria a una nación extranjera, que ni siquiera es potencia, sino impotencia sostenida por el regalo del petróleo exprimido del suelo venezolano.

Y uno siente asco, un asco inmenso que sube por el estómago vacío del pueblo desamparado. Pero hay que contener las náuseas, seguir en pie de lucha, no claudicar en esperanza, porque esa juramentación de los moralmente pequeños electos gobernadores, no es tal, es una abjuración de la decencia, la honestidad, la venezolanidad y de la fe. Se quedaron sin patria y sin Dios.
¿Y ahora qué vamos a hacer? Muy sencillo: volver a empezar.

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