Entender la situación política nacional, sus saltos; vacíos y adhesiones incomprensibles, requiere también de colocarse lentes de diverso diámetro, cuya posibilidad de mirar también a distancia, nos pueda dar pistas para escudriñar la lógica de los recientes acontecimientos. Una de esas miradas, puede ser desde la perspectiva de los alcances del Arco Minero, cuya superficie de 111.846, 86 km2 y las 7000 toneladas de reservas de oro, cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita y otros minerales, que según el exministro Roberto Mirabal, tiene un potencial de “unos 2 trillones de dólares” explica bastante bien y el papel jugado por gobiernos y las empresas multinacionales en las presiones para resguardar sus intereses económicos, en uno de los acontecimientos que pueden definir de manera tajante, un antes y un después en el destino económico del país.
Las multinacionales han adquirido un alcance y poder que las llevarían a ser una especie de poder supranacional, lo cual las pone fuera del alcance de los Estados, incluso cuando estalla algún escándalo, puesto que sus redes de influencia, traspasan partidos políticos y efectos legales. El llamado capitalismo financiero, les otorgaría una dimensión que sólo los analistas económicos del siglo pasado, alcanzarían a visualizar a la manera de quien construye una narrativa de ciencia ficción. Para quienes creemos en la democracia, vistas las diversas dimensiones que se advierten a través del llamado Arco Minero, es evidente, que no sólo la pervierten y se aprovechan de la misma, sino que les estorba en cualquiera de sus expresiones, al margen de que cada cierto tiempo, algún conspicuo representante gubernamental de sus países de origen, hable a nombre de la misma.
Está claro que los inconsultos y secretísimos convenios —impensable hoy, una consulta de tal naturaleza— obedece también a la característica de las acciones de estas grandes corporaciones, que evaden en esa especie de supra poder económico ejercido, los derechos que le corresponden a los Estados cuando éstos no son cómplices, para fijar las reglas en acuerdos económicos, cuya naturaleza misma es de por sí lesiva a las economías nacionales. Esto, trae como consecuencia, retrocesos democráticos, cuyos efectos bien pueden medirse en el caso venezolano: mientras diversos gobiernos emiten declaraciones y comunicados de rechazo a nuestra situación de crisis, sus empresas mineras forman parte del conglomerado que permite mantener el verbo florecido, sin acciones que atenten contras sus intereses: en el Arco Minero, hay empresas canadienses, españolas, norteamericanas, francesas, brasileras, argentinas… añada usted una larga lista de países, en los cuales hasta Cuba está representada.
La llamada delincuencia internacional, cuyos representantes han sido acusados de estafas a gran escala por varios países, también ha participado en el convite: Frank Giustra, financista de Clinton, sí señor, el expresidente;AndreAgapov, el ruso dueño de Rusoro y amigo de Chavez, RakeshSaxena, un estafador financiero “marxista” hindu, encarcelado por 10 años, obligado a pagar en multas y compensaciones, US $ 41 millones por fraudes realizados entre el 92 y el 95 y KrekkiatJalichan, ex director gerente del Banco de Comercio de Bangkok. Todos, acusados por el gobierno de Tailandia de estafas bancarias de cientos de millones de dólares a mediados de la década de 1990. Sentenciados después de volar de un lado a otro por varios años, el grupete, le quitaría al gobierno chavista hace un año, 1200 MM$ y participarían con una empresa mixta en el arco que de tanto estirarlo, ya parece una línea interminable de estafas y acosos.
Información que no suele circular, pues estas empresas son dueñas de importantes medios de comunicación, satélites, bases de datos y servicios de información, que desvían, reformulan la información y suprimen su alcance y densidad. Aunque informa la posibilidad de demandar en cortes internacionales especiales, a cualquier gobierno que no reconozca acuerdos mineros. Los micro noticieros, dejan fuera información sobreimpactos económicos en economías regionales de cualquier lugar del mundo, donde haya recursos mineros para explotar. No es al azar, que en Venezuela, a pesar de la gravedad de los convenios en el Arco del Orinoco, la escueta información no encienda las alarmas y el despierte el interés de todos los venezolanos, dueños del derecho de decidir cuánto, qué y cómo manejaremos nuestro enorme patrimonio natural. Habrá que seguir mirando con diversos lentes nuestra realidad y las formas de cambiarla.