La Red de Instituciones Larenses… ¡en acción! – El camino de la paz

“La imparcialidad de la historia no es la del espejo, que no hace más que reproducir los objetos, sino la del juez que ve, escucha y falla… La historia, como la entendían los antiguos, y como yo deseo escribirla, confiando en la ayuda de Dios, para dejar un fragmento de ella a mi patria, en la narración de los sucesos vivificados por la imaginación y juzgado con prudencia».
Alphonse De Lamartine. La Revolución Francesa, 1847
De una de las grandes obras de Asdrúbal Aguiar, Historia Inconstitucional de Venezuela, tomo estas palabras de Alphonse de Lamartine, destacado escritor y político francés, para tratar de explicar los días aciagos en los cuales se convulsiona la república, porque mientras no se proceda de manera objetiva y veraz, analizando pragmáticamente los hechos que se suscitan cotidianamente sin establecer las responsabilidades pertinentes e implementar los planes elaborados por entes de reconocida probidad y que han sido entregados, a las autoridades a las que compete corregir las distorsiones que en políticas económicas y sociales se han cometido, no podremos salir del atascadero en el cual nos encontramos, y las consecuencias serán cada vez más graves, ocasionándose el mayor daño a los más necesitados, pues tendrán que asumir el costo de las políticas implementadas, con mayor sacrificio.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, conocida como FAO, comenzó a utilizar cifras reales sobre esta desastrosa situación y asevera que somos «el país más desnutrido de Latinoamérica”.
No es más que la consecuencia del intento de imponer políticas económicas y sociales desfasadas y fracasadas en todas las regiones del globo terráqueo donde se han querido instaurar.
El objetivo no es polemizar sobre lo que ya está suficientemente debatido y los resultados a la vista con el sufrir cotidiano del venezolano. Los diagnósticos están hechos y los dramáticos testimonios en posesión de los ciudadanos que sufrimos la innegable ignominia que nos está llevando al extremo de que, al desabastecimiento de alimentos y medicinas; al deterioro de los servicios públicos; a la delincuencia incontrolada acompañada por la corrupción y la impunidad, se le ha sumado que muchos ciudadanos no pueden financiar el gasto de cubrir las necesidades básicas o cancelar el inmenso valor de los servicios públicos, teniéndolos que sufragar aun careciendo de ellos, como lo son los casos del aseo domiciliario, del agua o del servicio de Cantv y por ende internet, por dos razones: porque los ingresos monetarios no les alcanzan o porque no disponen del dinero, en físico, para poder cancelarlos y, si a esto no se le denomina “corralote”, que alguien me diga cómo lo puedo llamar.
Se persigue y se sataniza a la empresa privada, que es la mayor generadora de empleos, la que remunera mejor a sus trabajadores, y por lógica elemental, soporta la más alta responsabilidad del desarrollo económico del país. Se destruyen y se invaden los pocos predios productivos que quedan y hasta las universidades son víctimas de bandoleros invasores.
Mundialmente se ha reconocido que la mayor riqueza que puede tener una nación es su capital humano, y éste se valora por los conocimientos y la capacitación que posea. Llamado a reflexión lo constituye la deserción de estudiantes (50%) y de profesores (30%) de nuestras magnas casas de estudio, para que se le sume la destrucción del ámbito universitario.
La implementación del estamento legal vigente es el camino de la paz.