El poder, en el ámbito político, es la capacidad que tienen determinados individuos, grupos, instituciones, etc. de lograr que otras personas actúen como quieren los que tienen el poder. Hay, por supuesto,hay quienes ejercen el poder con mesura y otros que lo utilizan despóticamente haciendo mucho daño. Son personas a los que el poder ha enfermado. Hay un viejo dicho que nos dice que si queremos conocer como es realmente una persona, hay que darle poder. Como dijo Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y no se refería solo a eso de robar dinero, sino a la destrucción de los valores humanos que deben regir la conducta del poderoso.
Hay muchos casos de personas con un inmenso poder que lo han utilizado con prudencia y sabiduría en procura del bienestar de las personas, organizaciones y países sobre los que ejercen el poder. Pero otros sufren de transformaciones psicológicas que los inhabilita para manejar el poder y conservarse cuerdo.
El tema del poder como agente patógeno no es solo un problema psicomédico sino también político y hay una abundante literatura acerca de esto. Con alguna frecuencia los políticos con grandes responsabilidades terminan por sentirse abrumados por la carga que el poder conlleva y terminan alcohólicos, drogadictos, deprimidos y hasta se suicidan, pero no renuncian al poder pues es una droga muy poderosa y aditiva y termina por generar no solo desequilibrios, sino locura franca de la que, no siempre, la víctima se recupera alejándose del poder.
Algunos de los síntomas de la locura del poder son:
-Pasan de mostrar una energía inagotable y un estado de ánimoinusualmente alto a estados de depresión y pesimismo.
-Siempre tienen la razón y se irritan fácilmente ante situaciones y personas que les llevan la contraria. Nunca aceptan que se equivocan e insisten en sus propuestas una y otra vez, aun si siguen cosechando los mismos fracasos.
-Son agresivos y menosprecian, insultan y descalifican a sus adversarios.
-Hablan y hablan sin cesar.
-Duermen poco y recurren constantemente a somníferos.
-Tienen creencias poco realistas acerca de sus capacidades reales y frecuentemente ignoran las limitaciones que les impone la realidad del juego político, especialmente si su ejercicio de poder ocurre en ámbitos donde aún hay rastros de cultura democrática.
-No rinden cuentas ni se someten a los escrutinios normales de cualquier gobernante. Consideran que los dineros públicos son partede su patrimonio particular.
-Nunca aceptan ser responsables de nada, todo lo malo que ocurre es culpa de otros, en particular de sus enemigos políticos a los que cada tanto acusa de querer cometer magnicidio.
-Consideran que la permanencia en el poder es esencial para su causa y para eso estan dispuestos a hacer todas las trampas y triquiñuelas necesarias, llegando incluso al fraude electoral. Y en sus relaciones internacionales reflejan las simpatías que tienen por otros como ellos.
-Son dueños de un gran ego que debe ser alimentado continuamente y a sentirse como esencia de la patria, heredero de los padres fundadores y garantía única de su futuro.
Estos síntomas a veces se muestran como una simple chifladura, pero otras veces muestran a una persona profundamente desequilibrada e inhábil para tomar decisiones sensatas. Por eso son importantes las limitaciones al uso y abuso del poder que proveen los entornos democráticos. En estos el poder es contrabalanceado por otros poderes evitando que se salga de cause, se vuelva irracional y haga mucho daño y, en todo caso, tiene fecha de vencimiento: se le pueda reemplazar por otro, por alguien que prometa ser más sensato a los fines para los que se le elige. O como lo dijo Bernard Shaw: “Los pañales y los políticos hay que cambiarlos con frecuencia, y por las mismas razones”.
