La posición de Donald Trump con respecto a Irán es un nuevo ataque al multilateralismo que amenaza, en nombre del eslogan «América primero», con aislar a Estados Unidos del mundo y debilitar su credibilidad.
Los expertos han tenido dificultades hasta ahora para definir la diplomacia del presidente estadounidense, alegando la ausencia de coherencia y la brutalidad de sus palabras y sus actos.
Pero su discurso de septiembre ante la Asamblea General de la ONU, en el que defendió la soberanía de su país, y su decisión del viernes de no certificar el acuerdo nuclear iraní suscrito por la comunidad internacional parecen confirmar una tendencia perfilada desde que llegó a la Casa Blanca en enero.
«La política exterior de Trump ya tiene tema: la Doctrina de la Retirada», resume el presidente del centro de investigación Council on Foreign Relations, Richard Haass.
El pacto iraní engrosa la larga lista de convenios y organizaciones internacionales que Estados Unidos ha abandonado o amenazado con hacerlo: el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), el Acuerdo de París sobre cambio climático, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la UNESCO.
Los miembros del gobierno demócrata del exmandatario Barack Obama pusieron el grito en el cielo por el sombrío balance de los nueve primeros meses como presidente del magnate inmobiliario, sin experiencia diplomática antes de su elección.
La palabra de Estados Unidos
«Una vez más, Trump pone en duda la capacidad de Estados Unidos de mantener sus compromisos internacionales», apunta Ben Rhodes, consejero adjunto de Seguridad Nacional de Obama, al tiempo que denuncia «una violación del acuerdo» histórico alcanzado en 2015 para impedir que Teherán logre la bomba atómica.
En consecuencia, «otros países no querrán llegar a acuerdos con Estados Unidos porque pensarán que no cumplimos nuestra palabra», afirma.
Además de no certificar el acuerdo nuclear, Trump dejó caer la amenaza de abandonarlo en cualquier momento.
De cumplirse, la posición de Washington se debilitaría y le aislaría de sus aliados europeos, además de reforzar a Irán, Rusia y China, advierte Wendy Sherman, principal negociadora estadounidense del texto.
Pero los demócratas no son los únicos que critican al presidente. Exdiplomáticos que trabajaron para el gobierno del republicano George W. Bush manifestaron públicamente sus dudas ante el giro estratégico de Trump.
Haass subraya la incoherencia del discurso del mandatario, que no deja de denunciar «la dictadura» o el «régimen» iraní, «sugiriendo que un cambio de régimen es el último objetivo de la política estadounidense», mientras insiste en no querer imponer este tipo de soluciones.
Nicholas Burns, profesor de la Universidad de Harvard, lamenta estos «errores históricos» y que el país «abandone su papel de líder mundial con Trump».
Al igual que ocurrió con el Acuerdo de París sobre clima, los países europeos han hecho un frente común para defender el pacto iraní. La jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, reiteró que el presidente estadounidense «no tiene» el poder de ponerle fin unilateralmente.
La crisis norcoreana
Las consecuencias de esta decisión sobre la principal crisis internacional del momento, las ambiciones nucleares de Corea del Norte, preocupan a los observadores.
Para lograr que Pyongyang vuelva a la mesa de negociaciones, Robert Einhorn, investigador de la Brookings Institution, considera que el régimen norcoreano «debe pensar que Estados Unidos está dispuesto a cumplir sus compromisos». Pero la amenaza de abandonar el acuerdo iraní enturbia esta perspectiva.
Con el fin de presionar a Kim Jong-Un, el gobierno de Trump ha apostado de hecho por una estrategia que pasa por tener el respaldo unánime de la comunidad internacional a través de la ONU.
Pero «los tuits mañaneros» del mandatario, en los que promete «fuego e ira» a Pyongyang, «confunden a los norcoreanos, los estadounidense y nuestros aliados en Europa y Asia», contaba hace poco Einhorn a la AFP.
«Trump parece pensar que la potencia militar y económica de Estados Unidos basta para hacer lo que quiere cuando quiere», explica Barbara Slavin, del centro Atlantic Council.
Sólo los detractores del acuerdo iraní han aplaudido la nueva postura estadounidense, entre ellos Israel y Arabia Saudita, enemigos regionales de Irán. Algunos centros de reflexión conservadores y congresistas republicanos también la han secundado.