El pasado jueves 7 de septiembre el Presidente de la Republica presentó ante la Asamblea Nacional Constituyente un conjunto de ocho leyes que denominó “un plan constituyente para el desarrollo económico de Venezuela”. Por razones de espacio, solo nos vamos a referir a una sola de ellas que tiene que ver con el establecimiento de una nueva cesta de moneda que supuestamente iría a sustituir al dólar americano de las operaciones de comercio internacional que nuestro país tiene con el resto del mundo.
Hasta nuestros días, el dólar ha sido el patrón monetario que se ha usado mayormente en casi todas los países del mundo para operaciones internacionales. Pero esto no siempre ha sido así. Eso comenzó tan solo en 1944 cuando en la ciudad de Breton Woods, Estados Unidos y bajo la orientación del brillante economista británico John Maynard Keynes, se acordó crear el Fondo Monetario Internacional así como el Banco Mundial Y también se acordó sustituir el patrón oro (que había regido por casi 200 años) por el patrón dólar para respaldar las distintas monedas nacionales en virtud de la escasez del preciado metal y de que los Estados Unidos no solo fueron uno de los actores más importantes en el desenvolvimiento de la Segunda Guerra Mundial, sino que su economía se vislumbraba como una de la más sólidas del planeta, amén del hecho que el Plan Marshall había trasvasado veinte mil millones de dólares a las devastadas economías europeas, inundando de dólares a este continente.
Es importante señalar que, según José Tomás Esteves, en los diez años siguientes a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la deuda financiera del resto del mundo con los EEUU se había elevado a 38.000 millones de dólares, que era una suma superior a las existencias de oro monetario mundial y tres veces más grande que las existencias de oro monetario poseído por el resto del mundo fuera de los Estados Unidos (Diccionario Razonado de Economía, Editorial Panapo, Caracas. 1996, Pág. 473).
Veinticinco años más tarde, a mediados de la década del setenta, los Estados Unidos impulsaron la creación de lo que se llamó “el petrodólar”, dada su condición, en ese entonces, de ser el principal demandante (¿monopsonio?) de petróleo en el mundo, luego de un acuerdo entre Henry Kissinger (secretario de Estado de los EEUU) y el Rey Faisal de Arabia Saudita, donde se acordó que los Estados Unidos le comprarían el petróleo a los sauditas a cambio de apoyo militar al país árabe. A su vez el reinado saudí se comprometía a ofrecer el precio de las ventas petroleras exclusivamente en dólares y rechazaban otras divisas extranjeras para la venta de petróleo. Así surgió el “Petrodólar” y todos los países que compraban el crudo pesado al reinado árabe debían hacerlo en la divisa norteamericana (este interesante relato, con algunas modificaciones, ha sido tomado de un escrito enviado a la aplicación WhatsApp por Pino Pascucci el 10 de septiembre de 2017). Esa es probablemente la causa más importante de la imposición del “Petrodólar” como la divisa de mayor circulación en el comercio internacional, al menos en cuanto a la compra y venta de petróleo en el mundo, pues se trataba de los dos países que en esa época compraban y vendían, respectivamente, las cantidades más importantes de crudo pesado.
Ahora bien, como todos recordarán el pasado 25 de agosto, el presidente Donald Trump emitió vía decreto ejecutivo una cuarta ronda de sanciones contra las posibilidades de un nuevo endeudamiento público con el mercado norteamericano tanto al Gobierno nacional como a Pdvsa y a Citgo. Las reacciones del Gobierno no se hicieron esperar y el pasado 7 de septiembre, el Presidente de la Republica, como lo señaláramos al comienzo, tomó la decisión de retirarnos del patrón monetario vigente desde hace 43 años y sustituirlo por una cesta de moneda diferente al dólar que ninguna de ellas se cotiza ni se comercia en esta parte del mundo, a excepción del euro, aunque su comercialización sea mucho más limitada que la divisa norteamericana.
Esta decisión tiene varias lecturas. La primera es la versión oficial: esta es una medida para contrarrestar las sanciones financieras de Trump y no depender más del patrón monetario dólar para las operaciones de comercio internacional.
En efecto, el 7 de septiembre, el presidente Maduro anunció ante la Asamblea Nacional Constituyente que Venezuela debía librarse del dólar y al mismo tiempo anuncio la creación de una canasta de monedas que incluía euros, yenes, yuanes y rupias. Asimismo, señaló que el Gobierno comenzaría a comercializar petróleo, gas y oro con otros países utilizando estas monedas distintas al dólar (El Informador, sábado 9 de septiembre de 2017, pág. 9).
Adicionalmente, el vicepresidente indicó que quienes deseen participar en las subastas Dicom deberán migrar sus cuentas bancarias a estas divisas, pues no se va a subastar más en dólares (El Universal, sábado 9 de septiembre, pág. 1-3). Finalmente, el vicepresidente de economía les solicitó a las empresas abrir cuentas en yuanes o rupias en la banca pública y privada (El Universal, 15 de septiembre de 2017, pág. 1-5). Igualmente, señaló que el Gobierno nacional está trabajando en otras opciones, es decir en otras divisas que permitan dinamizar el flujo comercial del país, no atado ahora al dólar.
En la próxima entrega ofreceremos la segunda versión sobre esta controversial decisión.