#MemoriaFotográfica La ciudad dormida y su tardío amanecer

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La obra fotográfica del profesor Luis Pascual Suárez Amaro, representa un maravilloso recorrido por espacios tradicionales de Barquisimeto y de personajes de gran trascendencia en la vida cultural de la ciudad.

Su ojo está formado no solo en la depurada práctica, también en la convivencia profesional y en organizaciones como el Foto Cine Club Barquisimeto, una entidad pionera en la formación de amateur y aficionados, además de selecta cofradía de fotógrafos artísticos y documentales que estuvo activa durante más de dos décadas; de comienzos de 1960, hasta finales de 1980. Por esta escuela pasó Luis Pascual.

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Parco y tímido como dice ser, en una entrevista concedida a Elaine Riera, enmarcada en los preparativos de una retrospectiva de su obra que adelanta la Fototeca de Barquisimeto, confiesa “¿Sabes qué edad tengo yo? Yo voy a cumplir 78 años el 22 de agosto.

La primaria la hice en seis escuelas diferentes porque no me aguantaban. Saliendo de sexto grado de la Escuela Artesanal en la 15 con 24, que era la casa de Jacinto Lara en el año escolar 1954/55, estaba cumpliendo 16 años cuando salí de sexto grado. Duré un año haciendo pocas cosas, y cuando iba a cumplir 18 años me alisté en la Guardia Nacional. Me gradué en Ramo Verde en la segunda promoción del año 1957. En el 59 pedí la baja y me llegó en julio del 60, tenía 21 años….”

“Me gradué de maestro, tenía 25 años, luego me inscribí en el pedagógico graduándome en 1968 en las especialidades de Biología y Química”.

De su andar como fotógrafo describe una faena estrechada con la alquimia como lo es la fotografía basada en negativos, llamada analógica. La cual asertivamente podía ser desplegada en cualquier rincón de una casa, sin que esto representara la inhabilitación del mismo. Los baños siempre han sido los espacios preferidos donde todo fotógrafo amateur desagua sus primeros acertijos.

En la década de 1950 Luis pascual comenzó a realizar fotos con cámaras de cajón, de enfoque fijo y dispuestas para película de 127 mm, pero sus ansias y oportunas lecturas le facilitaron la comprensión de los procesos de revelado y estampado. Reconoce en el veterano fotógrafo Jorge Graterol, un maestro que le proporcionó oportunos consejos. En 1964 fue premiada una foto de su autoría por el Foto Cine Club Barquisimeto. Igual ocurrió en el concurso por el 25 aniversario del diario El Nacional.

Tuvo la habilidad y constancia para trashumar de la química analógica a la fotografía digital, técnicamente conocida como numérico binaria. Pocos fotógrafos lograron remontar la cuesta y sin duda alguna Luis Pascual lo hizo. No solo asimiló la técnica, sino que se convirtió en un hábil procesador de imágenes. Cientos de miles de archivos lo he visto procesar y restaurar. Su constancia ha imperado para que la Fototeca de Barquisimeto cuente con más de medio millón de imágenes digitales, provenientes de archivos de negativos de decenas de fotógrafos locales, constituyéndose en uno de los más importantes patrimonios de la entidad larense.

Sus registros analógicos recrean su época de estudiante en el Pedagógico del este, la sede donde estudió, pero también su tránsito por una ciudad que pareciera inmaculada. Sus calles son parcas y proliferas de iluminación. Sus retratos decantan el ensueño que irradiaban sus modelos. Todos sin proponérselo, emergían con un aura que el fotógrafo percibía y dejaba plasmado en el finito momento del disparo.

Como la memoria es leve, valdría acompañar cada imagen con una historia íntegra del papel que muchos de los personajes registrados por él desempeñaron en la ciudad. Per se conforman la mirada de una generación. En el fondo se trata de un vínculo imprescindible en la relación fotógrafo-objeto, que desenmaraña toda relación: la verdad.

De eso trata su obra, de un imaginario posible, real y tangible, pero que la abominable realidad pretende borrar, cambiar de nombre o sepultar en la garganta de cierta especie que tiene por destino el aullido.

La fotografía es capaz de reconfortar el pasado y reconvertirlo. Como todo lenguaje padece la subversión de su movilidad; de una permanente transformación apenas percibida en los procesos técnicos a través de los cuales muta. Pero su mayor capacidad o logro como lenguaje, que a fin de cuestas es, yace en el discurso subyacente que caracteriza a la obra fotográfica de autor.

Hombre del siglo pasado es este documentador del siglo XXI. Nacido el 22 de agosto de 1939 en la ciudad en la cual vive y sueña junto a una numerosa prole que ha formado con igual pasión a la profesada por el arte fotográfico.

Larga y próspera vida a este representativo señor de la fotografía larense, amante de la música, de las cosas más sencillas y simbólicas. Cronista visual de nuestra esfera.

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