Las elecciones primarias de los partidos integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) cuyos resultados ya han sido publicados, a pesar de algunas denuncias por supuestas o reales irregularidades, constituyen una actividad de alto nivel de cultura política democrática, porque aprobaron por consenso 4 candidatos a gobernadores y fueron separados o en alianzas limitadas en el resto, 19, con candidaturas de diferentes signos o pensamiento ideológico. Y hablamos de un encomiable nivel de cultura democrática, porque hasta las impugnaciones forman parte de una forma de hacer política en el marco de la legalidad, a pesar de algunos excesos verbales de los denunciantes.
Los resultados revelan que todos los partidos de la MUD más los sectores independientes que se les puedan sumar, harán campaña electoral por distintos candidatos que triunfaron en una primera instancia, pero que requieren remontar una segunda, con la derrota de los candidatos oficialistas.
Si se preserva la unidad, como todo parece indicar, no es aventurado afirmar que las seguras trampas que monte el gobierno, serán superadas por la acción de una mayoría convencida y dispuesta a que debe luchar con la firmeza de quienes tiene la razón histórica, frente a un régimen en decadencia, que ha liquidado el aparato productivo del país, lo que lo hace responsable de la escasez y del hambre que sufren todos los sectores sociales de la nación, pero con mayor gravedad los más pobres.
Y aunque es cierto que la oposición concurre a un proceso electoral en condiciones de desigualdad económica, para enfrentar a un gobierno que hace uso ilegal de los dineros de la nación para tratar de mantenerse en el poder, no es menos cierto que la oposición goza del respaldo más del 80% de los electores, que otorgarán un mayoría de votos en casi todos los Estados, y ponen en sus manos una masa descontenta e indigna con las políticas oficiales, que la pueden impulsar a una defensa del voto con coraje y decisión, para hacer respetar los resultados.
Y si el gobierno apelase a la violencia militar, policial y paramilitar, no sólo tendría que enfrentar a los candidatos, sus partidos y sus votantes, sino también a una condena internacional sin precedentes, que debilitaría mucho más a un gobierno repudiado nacional e internacionalmente, por la violación de la Constitución Nacional, y en particular de los Derechos Humanos y la comisión de otros delitos de lesa humanidad.
Ante los demócratas venezolanos y extranjeros, las elecciones primarias ratificaron la decisión de una mayoría pacífica, pero combativa, en la búsqueda de restablecer el orden constitucional, roto por una minoría que sólo dispones de la fuerza bruta, que le otorgan las bombas lacrimógenas, los fusiles y una voluntad primitiva para perpetuarse en el gobierno y poder defender sus intereses milmillonarios mal habidos.
Las elecciones primarias y sus resultados demostrarán también que la salida cívica y democrática, de esta crisis espantosa que agobia a los venezolanos está en el voto, que conduzca a una victoria popular que produzca el quiebre definitivo del aparato represivo del régimen, y permita un cambio democrático para la salud mental y material de todos los ciudadanos, para la liberación de los presos políticos, el regreso de los exiliados y más de un millón de jóvenes que abandonaron el país en búsqueda de una mejor futuro, para la seguridad de los bienes y personas que sólo progresan, y aspiran vivir, en libertad.