La peor contracción registrada desde la independencia del país, no solo sufre la economía venezolana, sino también de todo el período posguerra de la historia latinoamericana, asegura un análisis realizado por el Banco de Inversión, Torino Capital.
En efecto, lo que hasta el año pasado era principalmente una crisis económica, en 2017 se convirtió plenamente en una crisis política, dejando al país en una posición de creciente y peligroso aislamiento bajo el peso de unas sanciones aplicadas por Estados Unidos. En medio de esta situación de elevada incertidumbre, Torino Capital publica el informe trimestral Red Book, titulado Un país sancionado, un compendio integral de datos y proyecciones macroeconómicas que permiten analizar la magnitud de la crisis venezolana y explorar sus posibles implicaciones.
La caída el Producto Interno Bruto per cápita durante los años 2012-2017 ha sido de 36,0 %, la más alta registrada en la historia venezolana. A nivel internacional, la contracción de Venezuela supera incluso la de Nicaragua (-35,7 %), lo que la convierte en la más profunda de Latinoamérica desde 1950.
Se profundiza caída del ingreso
Hasta 2016, la contracción económica del país estuvo cuantitativamente en línea con lo que había ocurrido en crisis similares de balanza de pagos, como la de 1977-1985, cuando la economía per cápita se contrajo 23,4 %. Aquella había coincidido aproximadamente con un periodo de caída de las exportaciones petroleras, que se redujeron 69,9 % entre 1980 y 1986 en términos reales. Entre 2012 y 2016, el ingreso per cápita cayó 28 % después de que las ventas petroleras bajaron 74,8 %, una relación similar a la caída de los ochenta. Sin embargo, detalla el informe que en el año 2017 la caída del PIB se profundiza cuando el país pierde acceso definitivamente a los mercados internacionales.
A pesar de que el colapso de la economía venezolana tiene puntos de encuentro con otros episodios similares en la región, siendo un factor clave la caída de los precios del petróleo, una acumulación de errores en materia de política económica dejó al país en una situación muy vulnerable frente a un shock externo de la magnitud del que ocurrió.
“Aunque el país se ha beneficiado de un inmenso boom petrolero -los ingresos petroleros en términos reales aumentaron más de cinco veces entre 1998 y 2012-, Venezuela ahorró solo una pequeña proporción de esas ganancias extraordinarias. Además, no invirtió suficiente y sobrecargó de impuestos a la industria petrolera, lo cual derivó en que la producción de crudo se contrajera, aun cuando la de la mayoría de los socios de la OPEP aumentaba”, señala el texto. A esto se suma la rigidez del control de cambio y precios que impidió que la economía respondiera al shock comercial, lo cual profundizó la recesión.
Efectos de la crisis política
Sin embargo, el tema político avanzaba a un ritmo totalmente distinto. Mientras la oposición buscaba mayor presión internacional y las protestas se apoderaron de las calles, el gobierno apostó por instaurar una todopoderosa Asamblea Nacional Constituyente.
Fue entonces la crisis política vio sus mayores efectos en los mercados internacionales con el caso de la compra por parte de Goldman Sachs de $2,8 millardos en bonos que estaban en manos del Banco Central, lo cual desató un verdadero desastre en términos de relaciones públicas.
En agosto, Credit Suisse, un banco que hace menos de un año había servido de consultor financiero para el canje de deuda de Pdvsa, prohibió a sus operadores realizar transacciones con bonos emitidos recientemente.
El punto cumbre lo marcaron las sanciones financieras aprobadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 24 de agosto, que establecían prohibiciones a individuos estadounidenses de participar en transacciones que ofrecieran nuevos fondos al gobierno de Venezuela o Pdvsa.
“Hasta cierto punto, la prohibición codificó una situación que ya se estaba dando, en la cual la nación había perdido acceso al financiamiento internacional como resultado de una combinación de problemas económicos y la percepción de riesgos políticos, legales y reputacionales si se financiaba al gobierno de Venezuela”, indica el reporte.
La consecuencia más directa de esta situación es que el país debe hacer un ajuste en sus cuentas externas aún mayor. Entre 2012 y 2016, las importaciones cayeron en 67 %.
Con la recuperación de los precios del petróleo a finales de 2016, la cuenta externa del país pareció acercarse al equilibrio: de haber mantenido estables las importaciones, el país habría tenido un déficit de $3,5 millardos, mucho más manejable que el de $20,4 millardos que tuvo en 2015.
Pero las condiciones de Venezuela en 2017 fueron todo menos normales. Dado que el país había perdido acceso a los mercados internacionales, luego de la profundización de la crisis política y la liquidación de una buena parte de los activos, el país tuvo que reducir 27 % más las importaciones en el primer semestre con respecto al mismo período en 2016.