El papa Francisco emprende el próximo miércoles una visita histórica a Colombia para impulsar la paz y la reconciliación en un país profundamente dividido pese a la firma del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, que puso fin a más de 50 años de conflicto.
Durante su estancia de cuatro días, hasta el 10 de septiembre, el papa visitará cuatro ciudades, oficiará misas multitudinarias, pronunciará discursos y sobre todo se reunirá con víctimas y actores del conflicto interno.
También visitará barrios olvidados en uno de los países de América Latina con mayor brecha entre ricos y pobres.
La tercera visita de un pontífice a Colombia, después de la de Pablo VI en 1968 y la de Juan Pablo II en 1986, estará marcada por una serie de gestos, más que palabras, a favor de la reconciliación.
«Es verdad que el papa llega a un país muy polarizado, pero sabe que todos los colombianos anhelan la paz, una paz en el espíritu de la solidaridad y la justicia. Una paz posible sólo si se atacan las causas de la injusticia social, la desigualdad, la opresión», explica a la AFP el arzobispo colombiano Octavio Ruiz, de la delegación que acompaña al papa.
El único viaje este año del papa argentino a la región incluye las ciudades emblemáticas de Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, donde hablará de familia, religión y sobre todo de reconciliación, entre la gente pero también con la naturaleza, dos de los temas centrales de su pontificado.
Francisco visita a Colombia en un momento muy importante para la historia de ese país después de la firma en 2016 de los acuerdos de paz alcanzados tras 52 años de un conflicto fratricida que desangró al país y dejó un saldo de 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
Bajo el lema «Demos el primer paso», Francisco, que desde el inicio apoyó las negociaciones de paz con el mayor grupo guerrillero, propone a los colombianos romper con ese pasado de violencia y enfrentamientos y comprometerse en forma activa a construir la paz.
Mediador
«Dar el primer paso significa reconocer el sufrimiento de otros, perdonar a quienes nos han herido, volvernos a encontrar como colombianos, entender el dolor de los que han sufrido, sanar nuestro corazón, descubrir el país que se esconde detrás de las montañas y construir un país en paz», resumió el sacerdote colombiano Fabio Suescún, responsable del comité de preparación de la visita papal.
Francisco, de 80 años, que en noviembre viajará a Birmania y Bangladés, escenario de un cruento conflicto religioso, se presenta en Colombia como un mediador.
El papa dice estar dispuesto a escuchar a las partes, pese a haber fracasado en la tarea de reconciliar en diciembre pasado al presidente Juan Manuel Santos con el expresidente Álvaro Uribe, acérrimo enemigo de los acuerdos de paz.
El primer papa latinoamericano de la historia intentará movilizar también a los católicos de Colombia (el séptimo país del mundo con más católicos), con la beatificación en Villavicencio de dos sacerdotes, víctimas de la violencia en momentos históricos diferentes.
Amenazada por los nuevos movimientos religiosos protestantes, evangélicos y cristianos, cuya influencia ha crecido, la iglesia católica colombiana ha organizado una visita alegre, positiva, con un himno que mezcla ritmos vallenatos con rap, que será transmitida en directo por la televisión pública.
Francisco dormirá todas las noches en la sede de la nunciatura apostólica de Bogotá, y desde allí se desplazará cada día a las distintas ciudades, tal como lo hizo en México en febrero de 2016.
Saldrá de Roma el día 6 por la mañana en un vuelo de Alitalia y llegará esa misma tarde al país sudamericano.
El papa tiene previsto reunirse con el presidente Juan Manuel Santos y otros exmandatarios y dirigentes del país así como con la jerarquía de la iglesia católica venezolana para hablar de la situación en ese país, sumido en una grave crisis política y social.
El papa se desplazará en tres papamóviles, sin lujos ni vidrios blindados, fabricados localmente, para poder saludar a la gente, respetando su costumbre de dejarse tocar y abrazar pese a los riesgos que ello implica.
Fiel a su sensibilidad, Francisco rendirá homenaje ante su tumba, en Cartagena, al gran defensor de los esclavos, el jesuita San Pedro Claver, una de las figuras más carismáticas del cristianismo en el siglo XVII.