#Opinión: El divertido Barquisimeto de Antonio Serradas (1) Por: Ramón Querales

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Caminito que un día

El humorismo en Lara ha tenido, aunque es poco conocido, un desarrollo extraordinario en prosa, verso, teatro y caricaturas destacándose numerosos creadores de quienes sólo eventualmente se ha ocupado la crítica.

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Entre esos humoristas, cultivador del humor en prosa y en dibujo, se encuentra Antonio Serradas, con obra realizada en la prensa barquisimetana, principalmente en la 6ª y 7ª década del siglo XX. En 1973, luego de su fallecimiento, doña Flor Ponte de Serradas, recogió y publicó en libro unas 80 caricaturas de su esposo, en el cual se encuentran las informaciones de un Barquisimeto divertido, ocurrente y chichaquero con el buen humor de muchos de sus pobladores que Serradas, periodista atento al quehacer de la ciudad, captó en excelentes caricaturas o chispeantes notas de humorismo simpático y muy descriptivo de una faz urbana, pocas veces estudiada.

Por ejemplo, en un momento de cambio de gobierno, escribió Serradas esta “copla mamadorcita: “Camburitos vienen/camburitos van. / Unos que se quedan/otros que se van”.

De una sección titulada “¿Sabías tú?”, en la cual hace referencia a destacados personajes de la ciudad, la mayoría lamentablemente fallecidos, pueden destacarse algunos “malasangrones“: por ejemplo que el muy apreciado amigo y excelente periodista Pacífico Sánchez, tenía mal carácter, y no se pone el verbo en tiempo presente porque, según yo conozco a Pacífico, eso pudo ser así en su juventud y luego, siendo como es, debió mejorar mucho; que Eleazar Arce y Otto Cividades Lira, se diferenciaban por dos onzas de peso; que Socorro García Álvarez, muy pocas veces pide auxilio; que Pérez Díaz, el del Congreso no es el mismo Pérez Díaz de la AVP, cosa de la cual ahora me estoy enterando, ¡qué cosa!
En una oportunidad Serradas dio cuenta de personajes pertenecientes a lo “más granado” de la sociedad barquisimetana: Ulises Granados, conocido como Calcitín; Vicente Granados, el sastre; Félix Granado, el culebro, Vizcaya Granadillo y Pepi Montes de Oca, de quien escribió que no era Granado pero, vivía en la quinta “Los Granados” que era la residencia de los gobernadores y él, entonces ejercía ese cargo.
Publicó Serradas unos pensamientos que atribuyó a varios personajes residenciados en Barquisimeto. El de Luis Gallardo, se refería a los efectos de la propaganda comercial:

“Publicidad –habría dicho Gallardo- es el arte de hacer creer a la gente que han deseado toda la vida algo que no habían escuchado nombrar, sino hasta ese momento”.

Por noticia de Serradas, se sabe ahora que el dueño de “El Estuche de Oro”, famosa barbería de Barquisimeto, situada en la calle 27, era Juan Martínez, que para la época contaba cincuenta años “pelando cabezas” y era, entonces, el barbero más antiguo de la capital larense.
Buen observador, se dio cuenta Serradas, y así lo escribió, sobre las cosas hechas por los tontos: ver todas las telenovelas, hacerse la cruz cuando pasan frente a una iglesia, asustarse cuando ven a un ratón, purgarse cuando les duele la barriga, regalar su último cigarro, saludar haciendo una venia, arrodillarse para pedir la bendición, comer poco para no engordar, afeitarse sin jabón cuando tienen gripe y no cortarse las uñas, amanecer en una fiesta sin tomarse un palito, sentarse en el pañuelo y dejarlo olvidado, pagar siempre las bebidas de todos, y, como Serradas trabajaba en “El Larense”, desaparecido diario barquisimetano, según su opinión la mayor tontería que podría haber era no leer dicho periódico.

Cuenta Serradas que cuando se inauguró en Barquisimeto una sucursal del Banco Hipotecario del Zulia (¿todavía existe?), Jesús María Ramírez, el gerente, contrató para cajero a una persona muy maltratada por la naturaleza: jorobado, bizco, orejón, desdentado y boquineto. Un amigo de Ramírez, luego de hacer un depósito, pidió hablar con él y le dijo: – Oye, Chu María, que hombre más feo has empleado como cajero, y Ramírez le contestó: -Así es, vale… bien feo, pero si llega a enquesarse la PTJ lo identifica en un momentico.

Las simpatías partidistas de Serradas eran bien definidas pero eso no le impedía, mediante el humor, hacer las críticas a la gestión negativa de los gobiernos de la época. Unas “coplas burreras” que escribió son de tal contenido. Habla un burro: “Con mi facha estrafalaria/me voy con la sombra gris /pues ya la Reforma Agraria /no produce ni maíz.

“Soy pues un burro infeliz / y esto me produce enojo: / si no consigo maíz, / ¿cómo consigo malojo?”.

Ciertamente que el maestro Trino Orozco, gracias a sus altos valores en la plástica nacional logró alcanzar méritos incuestionables y reconocimiento pleno con su obra creadora. Pero no siempre, especialmente en los comienzos de su carrera, su vida transcurrió sin limitaciones de tipo económico, lo que Serradas refleja en una anécdota que cuenta del maestro Orozco, de quien dice que tuvo “épocas de bohemia dura, en que no tenía un bolívar para llevar a su hogar”. Una vez, luego de todo un día tratando de vender unos cuadros, y de caminar por la ciudad en su fallido intento, llega extremadamente cansado a su casa y le pide café a su esposa Luz y ésta le responde: -¿Con qué’ – haciendo la señal de dinero y don Trino haciéndose el loco le responde: – Con leche.

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