En materia de lectura de la realidad, como una metáfora que se impulsa desde la semiótica, con sus signos, significados y significantes, la percepción que cada individuo hace del entorno donde se desempeña a partir de la información disponible, lo lleva a construir su “propia” verdad. En la medida en la cual ese proceso se amplía y se comparte, aparecen los grupos que pugnan por imponerla, tanto en las comunidades científicas, como en otros ámbitos de la sociedad. El caso de la Política, es sus diferentes escalas, es ilustrativo.
La guerra que se libra alrededor del Poder, de la libertad y la democracia, nos aleja cada vez más de la Paz mundial como referente para el bienestar general de la humanidad o utopía concreta, en el ideario de la Revolución Francesa. Después de más de dos siglos, la celebración como fiesta nacional se mantiene, para la percepción de cada quien. Pronunciada en aquel contexto, hoy la frase retumba con el eco histórico, ante el oído sordo de los líderes: “¡Oh Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”. (Madame Roland, dixit). Mientras, la Guerra y la Paz siguen encadenadas al mito del eterno retorno. Los muertos no cuentan.
En cualquier país del mundo, ni en Venezuela, para desgracia nuestra, las estadísticas macabras y los daños colaterales han servido para detener una guerra civil. Es la reducción del enemigo, la derrota al costo que sea, el objetivo a alcanzar para mantener o conquistar el Poder.
La percepción que puede tener cada sector en pugna, asemeja a la conocida metáfora del vaso de agua a medio llenar, equivalente al sistema democrático.. Uno lo verá medio lleno, el otro lo verá medio vacío. Cada quien en su obstinada posición, que puede conducir a la ruptura del sistema, ya bastante deteriorado. No obstante, hay un tercer sector (percepción agregada), que trata de evitarlo y aboga por el diálogo y el acuerdo para el retorno a una política para la Paz, sin muertos.
Que hubiese un 16 de julio, con simultáneos eventos que ambos sectores calificaron al final como una fiesta electoral, es altamente positivo como tal. Que luego continuaran los actos de violencia, es parte de la idiosincrasia del venezolano. La “hora loca” y la tragedia, en medio de la embriaguez irrefrenable, son secuelas de la celebración. Manuel Barroso, en su texto “Autoestima del venezolano: Democracia o marginalidad”, abunda en explicaciones para entenderlo. ¿“Si tus actos son ilegales, más ilegales son los míos”, es el tema?
Es la Venezuela “postiza” que se construye sobre bases ilícitas. La institucionalidad artificial que perpetúa la arena movediza de siempre como soporte de una nacionalidad perdida en medio de las guerras civiles. Demócratas con formación académica devenidos en Cartujos que nunca entendieron la lección del Rector Magnífico José María Vargas. ¡Como si el mundo fuera de los valientes!
Hay una percepción general. Si tanto nos agrada la fiesta electoral, continuémosla al mejor estilo patronal, montemos la feria desde aquí hasta diciembre del 2018, con un comité organizador amplio que garantice el éxito. El programa incluye elecciones: de ANC; para refrendar o no la nueva constitución; de gobernadores y alcaldes; y elecciones presidenciales en diciembre de 2018. Además, elecciones pendientes, vgr. universitarias. Trabajando y en paz.