Cada vez que se cuenta un fallecido más, manchando la calle con la sangre valerosa de su atrevimiento, el cielo se torna gris y los ánimos se retuercen de pavor. No sé si es casualidad o problemas de mi visión, pero todo se vuelve plomizo. Tal vez el clima es cómplice de la desazón. Pero los jóvenes están dando la cara con sus consignas enfebrecidas y su bravura que no ve escamoteos, sólo un camino profundo de posibilidades.
Siguen apareciendo los muertos, mientras el gobierno, teniendo en cautiverio nuestra libertad, se burla de nuestra congoja y dolor excesivo de ver expirar a un inocente más. Les tiene sin cuidado el seguir usando a sus mercenarios procedentes de Cuba e Irán, para su ladino empecinamiento de mantenerse en el poder.
Entretanto, la fiscal ha echado por tierra cualquier descalificación del pasado, frente a su sorpresiva entereza para batallar su propia restitución de la institucionalidad. Atrás quedó su controvertida inventiva de endosarle al recordado escritor Víctor Hugo una nacionalidad nicaragüense o sus deslucidas intervenciones para resguardar la inmoralidad del régimen, en aquellas horas inútiles de su chavismo camuflado.
Hoy todo se ha revertido. Sabemos de sobra de su intromisión oportuna para evitar el descalabro de la actual constitución. No sabemos si por considerar que están contraviniendo el legado de su comandante supremo, porque teme que a su cuello le pongan la soga de la justicia en los tiempos del reacomodo nacional o porque ya no pueda seguir provocando al provenir.
Otras teorías señalan que tuvo un incidente reciente con el gobierno y no le fueron justos con una petición, por lo cual muestra ahora otra catadura y venga su resquemor. También mensajes en cadena llegaron al teléfono, así como las redes sociales se saturaron de alegorías, sobre la posibilidad de ser parte de una componenda distractora con el régimen, para aflojar la lucha en la calle y ganar tiempo para la concreción de la constituyente.
Dudo de que sea una artimaña. Ciertamente no es un ángel de carne y hueso. Bastantes tropelías tiene sobre sus espaldas, escamadas de desafueros. Pero su acción tiene la lógica del mensaje entre líneas hacia la comunidad internacional. Ya otros homólogos de casi una veintena de países le ofrecieron su respaldo. Efectuar un viraje histórico podría salvarle el pellejo ante los designios carcelarios, así como lavar su nombre en los libros a escribirse en el futuro sobre la segunda independencia del país.
Ahora hace uso legítimo de su investidura. Introduce primero la invalidación de este dantesco llamado a constituyente. Seguidamente, un recurso para desincorporar a los 33 magistrados, por la forma ilegítima en que fueron designados por unos salientes diputados. Y, en vista de los reiterados rechazos del TSJ, tuvo la ocurrencia de gestionar ante el mismo organismo, antejuicio al mérito contra ocho de estos magistrados de caricatura.
Por supuesto, la respuesta del ente era de esperarse. No sólo echa al traste sus solicitudes de valentía, sino además la rellena de amenazas con responsabilidades penales, como si se estuviese entablando una disputa de barrio en el escenario riguroso y complejo del futuro del país.
Nadie duda que estemos en el ojo del huracán de los tiempos decisivos del futuro de nuestra nación. En pocas semanas o vence el ímpetu en la calle frente a todo riesgo, o deberemos acostumbrarnos a callar y obedecer al dictador, de concretarse esta sectaria y malintencionada Asamblea Nacional Constituyente.