Me gustan las efemérides, ver los contactos entre ellas, enlazarlas, sean nacionales, internacionales o personales, encontrar coincidencias curiosas, por ejemplo, fíjense en esta del número 7. El 25 de julio de 1567, fiesta de Santiago Apóstol -el Mayor, quien con su hermano Juan fue llamado por Jesús, Boanerges (Hijos del Trueno)- quedó fundada Caracas y de allí su nombre completo: Santiago de León de Caracas. Corría en España el verano de 1567 y en esos días, en Medina del Campo, hubo un discreto pero trascendental encuentro. Se encontraba en la ciudad Teresa de Jesús, acababa de fundar allí su segundo convento de carmelitas reformadas, las descalzas. En el locutorio, recibió a Fr. Juan de Santo Matía, carmelita, a quien había mandado a llamar, en busca de frailes para iniciar la reforma con hombres. El 28 de noviembre del año siguiente, el pequeño fraile, de 27 años, fundaba en Duruelo el convento de frailes reformados. Fue el primer descalzo bajo el nuevo nombre de Juan de la Cruz.
En 1937, siendo niña, inicié mi carrera teatral en el Teatro Nacional de San José de Costa Rica, en la obra sobre el cuento “La bella durmiente”, como la protagonista de ese sueño. 30 años después hice mi debut de actriz profesional en el Teatro Nacional de Caracas, en la pieza “La tercera palabra” de Alejandro Casona, con la Compañía Natalia Silva y Andrés Magdaleno, durante la semana de celebración de los 400 años de la ciudad. Estaba en escena con otro actor, iniciando el 3º acto, el 29 de julio de 1967, cuando Caracas se estremeció en terremoto. Otros 30 años y el 31 de agosto de 1997, fue la función de clausura de la última obra en que actué, “Jade”, de mi autoría, en el papel protagónico de una monarca absolutista. Empecé como princesa y terminé como reina, en un lapso de 60 años. Los años terminados en 7 marcaron mi carrera de actriz. Hago este recuento en otro: 2017.
¿A qué viene todo este paseo previo sobre mi vida histriónica ligada al número 7, que a nadie interesa? Justamente porque está unida a un acontecer histórico y trágico de mi ciudad natal. Caracas hoy cumple 450 años de fundada y, el día 29, 50 años de aquel sismo fatal. No parece pura coincidencia que nuestra capital sea en estos días el epicentro de un gran terremoto político nacional. Estamos viviendo horas terribles. Un gobierno demoníaco que se niega a abandonar el poder cuando ya está en el suelo y, en su aferramiento absurdo y criminal, ejecuta y propicia una ola de violencia que ya estalla en todos los rincones de la patria. Corremos hacia un abismo de sangre y dolor; los únicos responsables son los personeros de este régimen brutal y desalmado.
Consultaron a los brujos, porque el ilegítimo difunto creyó en ellos y los metió en su entorno. Fue su víctima, no pudieron librarlo de aquella maldición que lanzó a los hebreos y recayó sobre sí mismo: ¡Maldigo a los judíos con todas mis entrañas! ¿Dónde tuvo el cáncer mortal? A merced de esas fuerzas oscuras están también sus herederos, ¿pero saben lo que les contestó en estos días una voz del aquelarre, cuando le imploraban ayuda viendo su inminente derrota? Es que el Otro puede más que yo.
Esto no es una guerra entre oposición y gobierno. Esa lucha se desbordó. Es una batalla final entre Dios y Lucifer. Tiene la palabra el arcángel San Miguel: ¿Quién cómo Dios?
