ESPECIAL Víctimas de las garras represivas cuentan sus histórias

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Lara ocupa el segundo lugar en materia de detenidos, heridos y asesinados. En 113 días de protesta, la represión por parte de grupos irregulares armados y funcionarios de seguridad del estado, ha sido salvaje.

Observamos lo que se estimaba desde 2014, dice Andrés Colmenárez de Funpaz, quien registra el aumento progresivo de la violación a los derechos humanos y actuaciones irregulares de los cuerpos de seguridad.

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-Sabíamos que el escenario político no iba a cambiar, por el contrario, el Gobierno nacional recrudecería la represión porque al régimen se le han cerrado todos los espacios democráticos. En cadena nacional, Nicolás Maduro, dijo que defenderían con balas lo que no pueden hacer con votos.

Colmenárez sostiene que a partir de 2017 terminaron por desconocerse las libertades fundamentales del individuo y la sociedad civil.

Reitera que se repite el mismo patrón de represión de 2013 y 2014, pero con mayor fiereza.

-Los estratos más bajos de la sociedad, que no salieron en esos años, se han manifestado de manera contundente en 2017 por lo que el Gobierno intenta callar ese clamor con mayor represión.

Subraya que los cuerpos de seguridad perdieron completamente la vergüenza y abiertamente, por orden de las altas esferas del Poder, reprimen brutalmente a la ciudadanía.

Lara, dijo, ocupa el muy lamentable segundo lugar en muertes violentas causadas en el contexto de las protestas, detrás de Caracas.

*Para este trabajo se resguarda la identidad de algunos de los entrevistados, por lo cual se modificaron sus nombres.

Paula Colmenárez: Sentí la bota del militar en mi espalda

El lunes 10 de julio estaba manifestando de forma pacífica en el Distribuidor Altamira cuando los guardias nacionales arremetieron contra quienes protestábamos.

Eran las 4:00 de la tarde. Cuando nos lanzaron bombas lacrimógenas salimos corriendo. Eran muchas motos, al voltear vi que numerosos funcionarios estaban casi encima de mí.

Uno de los motorizados me metió el pie, me caí y corté la mano con los vidrios que había en el piso. Sentí la bota del militar en mi espalda, me inmovilizó. Al montarme en la unidad uno de ellos me golpeó en la nunca y me decía que no le viera la cara. Otro militar ordenaba que me robaran mis pertenencias, también me amenazaron con lanzarme al Guaire. Al llegar a la Base Aérea La Carlota otro militar me intentó asfixiar con mi propio suéter. “Para que te asfixies por guarimbera”. Me halaron el cabello repetidamente, me patearon, arrastraron unos metros y colocaron junto a otros detenidos con heridas de perdigón. Un guardia me indicó colocarme boca abajo pero como estaba muy nerviosa no capté la orden y comenzó a llamarme estúpida, también me pateó por el costado derecho. Cuando me puse boca abajo me dijo ‘ahora arrástrate hacia la pared como un gusano’.

Tenía las manos amarradas con tirro, no me había percatado de la herida hasta ese momento que sentí fría y paralizada la mano. Pedí que me desataran y en ese momento se me ordenó estar en cuclillas con la cabeza hacia abajo. Así estuve por 45 minutos.

Después de dos horas no recibí más golpes pero pude oír cómo torturaban a los demás detenidos. Durante todo ese tiempo mis papás no supieron de mí. Luego, por orden de un general me llevaron a un CDI para que me suturaran la herida. Más tarde llegué nuevamente a La Carlota. Me sentí muy impotente mientras estaba en la base porque pude ver cómo le pegaban a un muchacho que tenía una herida en la cabeza. Nos amenazaron con quemarnos con gasolina, con abusar sexualmente de mí, arrancarme el cabello desde la raíz, prisión y muchas cosas más. No puedo olvidar el sonido de los golpes, es imposible no sentir miedo, pero he decidido transformar ese miedo.

José Piña: Me lancé de un segundo piso

Hace un mes, el 15 de junio, estábamos protestando en la avenida Libertador y un grupo de personas conocidos como ‘colectivos’ llegaron disparando. Eso fue en horas del mediodía. Salimos a trancar las calles y los colectivos aparecieron disparando.
Nosotros nos resguardamos hasta que esas personas se fueron.

Más tarde, la gente de la 42 nos llamó para que los ayudáramos a trancar la zona.
La sorpresa fue que al llegar al sitio los colectivos estaban en la sede de la Corporación Venezolana de Alimentos (CVAL) junto a funcionarios de la Guardia Nacional.

Comenzaron a dispararnos desde adentro del edificio y no nos quedó otra alternativa que defendernos con piedras para que no nos mataran.

De pronto salieron guardias y colectivos por el portón adyacente, corrí hacia la calle 39, me perseguían, un militar de apellido Cuello venía detrás de mí pero logré refugiarme en una casa. Del susto subí hasta el segundo piso, miré hacia abajo y ya estaban los colectivos apuntándome junto a los guardias.

Uno de los militares me lanzó una piedra que me dio en la cabeza. Me decían: ‘es mejor que te entregues, de lo contrario, te vamos a matar’ ‘te vamos a echar los colectivos’.

Por la pedrada estaba mareado, no podía quedarme allí, por lo que decidí lanzarme a la casa vecina, horas después me sacaron hacia otra vivienda. Desde el parlante de la tanqueta me decían ‘no importa que te mueras allí dentro’.

Tenía miedo pero al mismo tiempo sé que los estamos presionando y ellos también están asustados.

Estuve a punto de morir por la pedrada, me debilité por la pérdida de sangre. Al lanzarme de la casa se me partió una costilla, no podía respirar, estaba pálido. A las 9:00 de la noche me lograron sacar los paramédicos.

No tengo miedo porque quiero un país libre y si tengo que dar la vida por mi país la doy.

No puedo tener miedo, esta tiranía ha matado a miles de personas durante 18 años. Quiero ver otro gobierno, tengo 20 años. Todavía hay personas que no han abierto los ojos. Los mismos guardias están pasando hambre, igual que nosotros.

Luis Rodríguez: Cuando nos reprimen siento rencor en mi corazón

Caí preso el 26 de abril, estuve casualmente 26 días detenido, llevé golpes como tú no te imaginas. Estuve en el Destacamento 121 y luego en Alí Primera. Me decían que por ser líder de la resistencia (no lo soy) me iban a moler a palos. Me decían que seguramente me pagaban para hacer esto y yo les aclaraba que nadie me paga para protestar y querer un mejor país. Yo lucho de corazón les decía, así lo mantengo. Me pegaban por la cabeza con los cascos y una regla por el cuello y las rodillas.

Durante esos días comíamos porque algunos opositores, vecinos y familiares nos llevaban alimentos. Dormíamos en el piso. Durante cuatro días no nos permitieron bañarnos ni asearnos. No tuvimos derecho a hacer nuestras necesidades, tuvimos que aguantarnos por mucho tiempo. Un muchacho que sufre de los riñones no aguantó y se orinó. También pasamos mucho frío. Pero bueno, eso ya no importa, aquí estoy luchando.

Claro que temo volver a caer preso y temo muchísimo por mi vida pero sigo en la calle porque veo demasiada gente comiendo de la basura, nosotros mismos, nuestros vecinos, no tienen qué comer, cuesta mucho comprar una harina. Hasta que no caiga este presidente no dejaré la calle, hay que presionar, estamos cansados de todas las cosas, inseguridad, escasez, todo caro. Mi comunidad también ha sido brutalmente reprimida.

Ayer (viernes) llegaron las tanquetas a intimidar. El jueves también vimos dos tanquetas y un rinoceronte de la GNB, también llegó el Cicpc, Conas y Polilara.

Eso es todo el tiempo pero la resistencia sigue en pie.

Queremos una mejor Venezuela, no queremos seguir pasando hambre. Maduro es una escoria que ha robado y asesinado muchísimos jóvenes.

El día del paro hubo 150 heridos.

Cuando nos reprimen siento rencor en mi corazón porque no entiendo cómo los cuerpos de seguridad, en lugar de luchar para sacar a este gobierno y ponerse de nuestro lado, nos quieren matar. No entiendo cómo todavía hay gente que apoya este Gobierno. Cuando veo las tanquetas, siento pánico pero seguiré luchando así tenga que morir.

Dainuve Silva: Les pusieron regoxal en la comida

Dainuve Silva es madre de la joven Morelbys Silva de 22 años de edad, quien fue detenida el pasado jueves 20 de julio a las 5:30 de la mañana cuando se disponía a trancar la calle a propósito del paro cívico convocado para ese día por la Mesa de la Unidad Democrática.

La señora Dainuve quiso dar su testimonio para este trabajo a fin de que la sociedad conozca las perversas acciones de los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana.

“Mi hija, junto a otros jóvenes, decidieron cerrar un canal de la avenida Florencio Jiménez (la entrada a Quíbor). No iban a prenderle fuego a nada, simplemente iban a ejercer su derecho a la protesta pacífica. Iban a colocar unos palos y a retirarse del lugar pero, extrañamente y muy rápidamente, aparecieron efectivos de la GNB. Yo creo que alguien los delató porque era muy temprano.

Se la llevaron al comando de la GNB de Quíbor y supe del acontecimiento dos horas más tarde.

A mi hija la golpeó salvajemente una funcionaria de la Guardia Nacional, le pegaron por un ojo. A otro de los jóvenes detenidos lo molieron a golpes. No tienes ideas de la cantidad de golpes que han recibido. Pero eso no bastó. En el comando les dieron regoxal, les pusieron eso en la comida y a todos les dio diarrea.

Hoy (ayer) trasladaron a mi hija al Edificio Nacional y ni siquiera nos informaron. No sabíamos nada, estábamos en el comando de Quíbor esperando para verla.

Nos dijeron que les lleváramos comida y así lo hicimos y resulta que desde temprano está en los tribunales y no lo sabíamos.

Mi hija estuvo muy enferma del estómago por esa canallada que cometieron los funcionarios. Estaba prácticamente deshidratada. Nosotros les llevábamos comida pero se la comían los guardias, les dejaban las sobras y eso lo revolvían con regoxal.

Esta manera de reprimir demuestra que el Gobierno tiene miedo, que está en las últimas y sólo le queda sembrar terror y actuar con represión. Pero esta situación no nos va a atemorizar, tenemos que seguir adelante, ya nadie soporta esto. ¿Cuál miedo? si el gobierno nos mata de hambre y también de mengua”.

Pedro Godoy: La represión se ha recrudecido

Este joven, quien estuvo preso en 2014 en el marco de las protestas ciudadanas, relata la forma en que su comunidad ha sido reprimida actualmente. Por tener medida cautelar se resguarda, ejerce la resistencia de otra forma ya que dejar de luchar es perder. Dada su experiencia en el pasado expone que la represión se ha recrudecido. Desde el viernes 30 de junio, cuando los colectivos salieron ferozmente a reprimir, la zona conocia como La Estación, vive con miedo.

La resistencia estuvo protestando ese viernes en la calle 29 con avenida Venezuela.
Luego de las 6:00 de la tarde, Polilara, tras ser intervenida, encabezó un enfrentamiento en la urbanización Terepaima hasta propagarse los choques en El Malecón y La Estación.

Los colectivos nos tenían asediados desde más temprano, luego llegó Polilara que actuó de manera represiva (con perdigones y gases lacrimógenos) en contra de las casas y edificios.

En esta zona el 70% de la población es adulto mayor, abuelos que están cuidando a sus nietos mientras los jóvenes salen a trabajar o estudiar. Esto ha hecho que la comunidad viva en una constante zozobra, hay temor porque el cuerpo policial se ha convertido en un órgano represor. Hay miedo entre las personas que transitan las calles cercanas al módulo policial simplemente por estar en resistencia.

2014 fue un año muy oscuro para Godoy. El joven quiso recordar que lo detuvieron ejerciendo una protesta pacífica en la avenida Lara cuando ocurrió el incendio en la Cantv, zona por la que no estaba, pese a eso se lo llevaron al destacamento 121 donde lo golpearon durísimo. “Me hicieron bañarme y posteriormente meterme en un cuarto helado, como una especie de cava, para secarme. Esto ocurrió todos los días en las noches durante dos semanas. En las mañanas nos ponían a abrazar un árbol solo vistiendo un short.

Estuve cuatro meses y medio en ese destacamento, sin proceso, la Fiscalía se hizo la vista gorda. Estoy libre en este momento porque mis padres tuvieron que pagar mi libertad. Me habían sentenciado a ocho años de prisión e incluso estuve dos semanas en Uribana, sin embargo, el trato de los presos comunes resultó distinto al trato de los esbirros de la GNB”.

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