No es lo mismo tener un gran optimismo a tener una gran esperanza. El optimismo es una cualidad humana que viene de nuestra preparación académica o intelectual. Tal vez sea heredado o ha sido alimentado por influencia familiar. Puede venir también, por nuestros estudios filosóficos o experiencia laboral. O tal vez, por las influencias obtenidas de las prédicas de célebres “iluminados” que se han cruzado en nuestro camino.
Un concepto conseguido en la Red dice. “La persona optimista posee cualidades que le permiten confiar en sus capacidades y posibilidades, enfrentando con perseverancia y en estado muy positivo cualquier dificultad que se les presente en el camino. La persona optimista encuentra soluciones donde muchos creen no poder encontrarlas”. Obviamente, esto es una cualidad verdaderamente extraordinaria que todo ser humano debería cultivar. Pero, el optimista confía en sus capacidades, mas el creyente confía en Dios y sabe que ÉL es quien infunde sus capacidades. Entonces, un optimista sin esperanza en Dios no está completo.
El escritor cristiano Ron E.Clouzet. dice “El optimista piensa que todo mejorará: el clima, la economía, las notas en la escuela, las finanzas etc. La esperanza en contraste, no es un optimismo ciego. Más bien, está fundamentado en la fidelidad de Dios para nosotros y en las promesas que él ha hecho. La esperanza cree que Dios cumplirá lo que ha dicho, porque es fiel y verdadero. Dios ha probado ser digno de confianza, y no cambia. Y su inmutabilidad, su verdad son el fundamento de nuestra esperanza” ¿Cómo les parece?.
Una persona optimista que ha fundamentado esa virtud en la experiencia vivida, en los valores familiares y en el ejemplo de sus padres, maestros o amigos cercanos se encontrará frente a un obstáculo insalvable si llega a afrontar una lamentable tragedia familiar o padecer una terrible enfermedad que lo ponga frente a la muerte. Una persona con la Esperanza divina, ante la misma situación, sufrirá, seguro llorará, pero estará plenamente convencido que no todo acaba allí, porque no es optimismo lo que llena su vida, sino que fundamenta su existir en la Esperanza que tiene un DIOS vivo que le asegura y le convence que vendrán cosas mejores aún en medio de cualquier situación.
Hay testimonios de millones que atestiguan de ello. En sus vidas han comprobado lo que ha salido de la boca de Dios. Yo soy uno. Que confiamos, aún en medio de una gran tristeza lo que Dios promete y que lo cumplirá. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” Apoc.21:4.
Lamentablemente el optimista ante la tragedia, ante el dolor irreparable de una pérdida y aún, ante una situación política-social que le agobia, no puede entender lo que un hombre con esperanza en Dios sí, que la promesa de Dios se cumplirá. No dejemos que los consejos de hombres nos aparte de Dios. Ojo, el optimismo humano no puede llegar hasta aquí… “En el hogar de los redimidos no habrá más lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni manifestaciones de duelo” «No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad» (Isa. 33: 24). . Mis estimados, es nuestro anhelo, que su optimismo se fundamente en la Esperanza que es Cristo Jesús y no en promesas de políticos convictos y confesos de traer decepciones y frustraciones al hombre.. ¡Hasta el martes Dios mediante! Próximo Artículo. ”Correr bajo la lluvia”. [email protected]. William Amaro Gutiérrez