Reflexión – ¡Correr bajo la lluvia!

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¡Correr bajo la lluvia! suena a inspiración poética. Ta vez es el título de alguna película cargada de expresiones de amor y nostalgia. En lo personal me recuerda aquellos momentos de niños miembros de una numerosa familia muy pobre cuando nos bañábamos en los “palos de agua” que caían en el sector donde vivíamos. No necesitábamos mucho para ser felices.

Hoy, ver caer la lluvia sobre las montañas… en el horizonte, oír, en medio del silencio, su sonar, o cuando cae sobre el techo. O, cuando está escampando la caída de sus gotas sobre los charcos ya formados me llena de sentimientos especiales.
Una mezcla de nostalgia, tal vez tristeza, pero curiosamente agrada mi alma. Sin embargo, no dejan de venir pensamientos de preocupación por los estragos que hace en sectores donde la gente sufre y llora sus pérdidas materiales y humanas. Entonces, cuando comienza a llover, oro a Dios y pido, que por favor libre a la gente de cualquier calamidad que por terquedad, soberbia, necedad y hasta necesidad han creado condiciones para que la lluvia les haga daño… pero la disfruto.

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Para mí, la lluvia es vida. Y no hay momento más oportuno para disfrutarla cuando participamos en una carrera de calle. O nos toma en un entrenamiento por carreteras de parajes naturales y solitarios. Es un deleite. Recibir sobre el rostro la bendición de las gotas de agua y proyectar la mirada fija hacia adelante, en la lontananza, al ritmo del paso, es como un encuentro especial con algo muy especial.

Uno de los beneficios más grandes para el corredor, es poder discernir la acción de la producción de endorfinas sobre su cuerpo y de los neurotransmisores a nivel cerebral como la dopamina y serotonina, que es lo que le otorga esa gran satisfacción que siente y que debe perdurar siempre en todo lo que hace. ¡Sinceramente, se es verdaderamente feliz!. El corredor entonces, si se lo permite, cultiva un estado de ánimo positivo, desprendido, liberal, dadivoso, generoso, caritativo y desinteresado.

Correr es una bendición de Dios de grandes proporciones para el individuo que aún no la hemos sabido apreciar. Antes, durante y después de una carrera o del entrenamiento, y en especial en el caso del cual hablamos, correr bajo la lluvia, nace en el alma del corredor, en su interior, mente y corazón la motivación de ayudar a los demás sin esperar recibir nada a cambio. Estoy convencido, absolutamente convencido, que esta actividad que a muchos nos apasiona, mejora nuestra confianza, nuestra felicidad y nuestro optimismo. Promueve cambios fisiológicos en el cerebro que nos conducen a ser más felices.

Activa, obviamente, nuestro cuerpo a nivel físico y mental por lo que nos ayuda a olvidarnos de nuestros problemas sobre todo en estos tiempos calamitosos que vivimos. Esta actividad nos ayuda a tener una autoestima más alta y una relación excelente con los demás que conlleva a una mejor integración social y una inmejorable ayuda contra la soledad y el aislamiento.

Si los políticos fueran corredores y de paso pusieran su confianza en Dios y su Evangelio, tendríamos, sin lugar a dudas, un mejor país. Es por ello, que un corredor que cree verdaderamente en DIOS debería ser el próximo Presidente de la República de Venezuela. ¡Lo propongo!. ¿Se oyen candidatos amigos? Ojo. Este domingo 23 se correrá otra edición de la muy popular Carrera del Chivo. ¡Están invitados! ¡Ojalá llueva! ¡Hasta el martes Dios mediante! Próximo artículo”: Reflexionar.

William Amaro Gutiérrez
[email protected]

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