El momento es oportuno para puntualizar ideas y reflexiones que, en estos días, son repetitivas pero necesarias. Nadie que sea capaz de sentir y experimentar la tragedia casi irreversible que sufrimos los venezolanos, debería negarse a participar en la consulta popular convocada por el movimiento de resistencia que está enfrentando a la sanguinaria represión dictatorial que hemos conocido en nuestro territorio.
Es del dominio público que el dictador y el resto de la cúpula que usurpa funciones en varias instituciones del Estado, haciendo uso de métodos criminales, pretende aterrorizar al pueblo para que éste se abstenga de participar. El régimen le tiene pavor a cualquier muestra que ponga en evidencia el repudio del que es objeto por parte de los venezolanos.
Frente a la eventualidad de acobardarnos por los efectos de la represión, estamos obligados a pensar y a decidir si queremos salir de la tragedia o preferimos hundirnos en ella definitivamente. El miedo, en medio de la crisis, podría conducirnos a lo más profundo de las calamidades que hoy padecemos. Mientras que la participación en la lucha que se libra en nuestro país, con jóvenes a la cabeza, es la única alternativa que tenemos a la mano para quitarnos la dictadura de encima.
Pues bien, si estamos dispuestos a salvar el presente y el futuro de nuestro pueblo, en especial el de las nuevas generaciones, debemos de estar conscientes de que el enemigo es uno solo, lo cual supone que requerimos de la unión de todos, a los efectos del compromiso histórico que está planteado y que demanda la unificación de todas las fuerzas que podamos aglutinar.
Para este combate por la vida y la libertad, que el régimen pretende arrebatarnos mediante torturas y fusilamientos, contamos con una sola vía. Me refiero a la resistencia que heroicamente está protagonizando la ciudadanía, bajo la coordinación de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ahora ampliada sustancial y eficientemente con todos los sectores sociales que se han incorporado al llamado de Venezuela.
Quienes piensan y actúan en función de una vía diferente, saben perfectamente que están dividiendo las fuerzas populares, lo cual significa trabajar, por conveniencia o por ignorancia, para la dictadura genocida. Y el desafío de mayor protagonismo que tenemos, es la consulta popular del 16 de este mes. Un dilema está planteado: participamos unidos para nuestra salvación y la de Venezuela, o dispersos seremos víctimas de la tragedia en su estado superior.
La consulta popular a la que he hecho referencia, tiene su fundamento en los artículos 5, 70, 71, 333 y 350 de nuestra Carta Magna. Ninguna autoridad o institución tiene facultades para impedirla, y menos aún si los organismos que pretendan hacerlo están al margen de la Constitución y, por lo tanto, su legitimidad es desconocida por los venezolanos y también por la comunidad internacional.
