Hace siete meses en la casa 7 del sector 4 de la comunidad de La Batalla, zona oeste de Barquisimeto, trabajadores sociales fueron a hacer un censo para mejoras de vivienda y lo que allí observaron es que a una joven la mantenían secuestrada.
Una vez que la denuncia fue colocada el 9 de diciembre del 2016, funcionarios del Cicpc Subdelegación San Juan y fiscales del Ministerio Público, acudieron al lugar. El dueño de la vivienda no estaba, pero lograron rescatar a la joven de 21 años de edad, quien padecía de una condición especial y luego de una serie de exámenes se conoció que por seis meses la mantuvieron secuestrada y además abusaban sexualmente de ella.
El autor de este hecho, nada más y nada menos que su padre quien después de ser acusado por la Fiscal 28 Gloria Briceño, con competencia en Defensa de la Mujer, por los delitos de acto carnal con víctima vulnerable en grado de continuidad, privación ilegítima de libertad y sevicia. En una audiencia de juicio a la que acudió la Fiscal 3, María Alejandra Mancebo, admitió los hechos y fue condenado por el Tribunal 1º de Juicio de Lara, a cumplir una condena de 28 años de prisión.
Será el Centro Penitenciario David Viloria, ubicado en la zona norte de Barquisimeto, en donde cumplirá la pena.
Los hechos
Edixon Alexander Arrieche Vargas, de 47 años, quien se ganaba la vida como vigilante en Quíbor, era padre de cinco hijos. En diciembre del 2016, cumplió un año de ser abandonado por su esposa. En esa oportunidad tres de las hijas se fueron con la dama y dos quedaron, una de ellas de nombre Yuri Alexandra, quien era especial, ella padece de esquizofrenia y desde pequeña sufría de convulsiones, fuertes cuadros de fiebre que la hicieron empeorar y llegar a padecer de psicosis orgánica.
Junto a ellos también quedó una adolescente de 16 años, quien luego de enamorarse, se fue de la vivienda y no regresó para ver a su hermana. En una ocasión contaron los vecinos que encontraron en plena vía a Yuri, desnuda y aparentemente había sido abusada, la falta de medicinas la había afectado y hacia que se fuera de la casa, inocentemente los residentes de la zona la entregaron a su padre.
Desde ese momento fue que Arriechi Vargas comenzó a colocar rejas en las afueras del cuarto de ella, además de tablas que tapaban la visión de quien se asomara y desde ese entonces no vieron más a la joven, muchos pensaron que lo hacía por su seguridad y que la mantenía en la casa encerrada, pues solo la oían gritar, pero nadie se imaginó que este hombre a quien describieron como una persona mal encarada y poco comunicativo, mantenía amarrada a su hija en el cuarto, que pasaba todo el día encerrada, pues el hombre llegaba en horas de la noche y pasaba muchas horas sin comer, además abusaba sexualmente en forma contínua de ella.
En el momento en que fue rescatada por los sabuesos y trasladada al Seguro Social Pastor Oropeza y tras una rigurosa revisión se dieron cuenta de los abusos, además visualizaron que en el cuarto donde la tenían solo estaba la litera, algunos potes con comida que le tiraba, ella estaba desnuda y la habitación no tenía una puerta sino una reja, tal cual como si fuera una celda.
Su padre fue detenido al siguiente día. Luego de acudir a una citación que dejaron los funcionarios del Cicpc Subdelegación San Juan, Arriechi Vargas, alegó que la mantenía encerrada por su seguridad, para que no se escapara de la casa, pero al ser interrogado por los abusos sexuales, no supo explicar y fue detenido por los sabuesos, así lo informó EL IMPULSO en su edición del 15 de diciembre del 2016.
La joven quien tiene 21 años, ahora se encuentra en una casa hogar, salió del cuadro severo de desnutrición que padecía, ahora los especialistas la han visto vestida, le han conseguido algunos medicamentos y ha recobrado la confianza de sociabilizar con algunas personas, se deja peinar y habla con quienes conviven con ella, quienes la describen como una joven de piel blanca, ojos azules y una cara hermosa.
La muchacha quien tiene una condición especial a pesar de todo el terror que la hizo vivir su padre ha recobrado su semblante y consiguió el cariño que necesitaba, de manos de las personas que ahora la cuidan en la institución de atención a personas con discapacidad, ubicada en la zona oeste de la ciudad.