Hoy se celebra a lo largo y ancho del país el Día del Padre, fecha dedicada a exaltar y reconocer a ese ser excepcional, todos los esfuerzos y sacrificios realizados para sacar adelante a su familia y predicar con su conducta y ejemplo, la adecuada formación de sus descendientes.
Resulta una tarea un tanto difícil referirse a un tema tan especial como éste cuando no se ha tenido la dicha de disfrutar, como Dios manda, del apoyo y el amor de un padre, por haber fallecido muy joven; sin embargo desde el cielo siempre me ha servido como guía e inspiración.
En los tiempos que vivimos, con una acentuada pérdida de valores, con una adolescencia presa de una serie de desviaciones conductuales, con un marcado proceso de ideologización por parte de las autoridades gubernamentales y una desbocada violencia e inseguridad, el papel a jugar por los padres se convierte en invalorable y de una importancia vital para la formación de los hijos.
Atrás quedó aquel viejo concepto, de que la responsabilidad paternal se limitaba al ámbito económico y el resto de la carga recaía en la madre, ahora existe una responsabilidad compartida, a fin de arrebatarle los hijos a la eminente presencia globalizante, a través de las nuevas tecnologías y el pernicioso proceso que contraría nuestra cultura.
Otro aspecto que requiere de mucha participación se refiere, al costo de la formación profesional, incluyendo la orientación y aptitud vocacional; en ese sentido, a veces se da el caso de padres e hijos compartiendo actividades académicas, deportivas o recreativas.
Aunque no es nuestro estilo, mostrarnos en los artículos en términos personales, es obvio, que en mi condición de padre, me refiera a la inmensa satisfacción que siento, de haber hecho realidad, el sueño que siempre imagine sería el de mi difunto padre, haber procreado cinco hermosos hijos, luces que me alumbran la oscuridad de los caminos y mis cuatro nietos, los cuales representan la continuidad y proyecto de mi vida; sin embargo, debido a la compleja situación que vive el país, se ha venido produciendo una diáspora migratoria de nuestros jóvenes, lo que nos ha dejado a muchos padres sin su presencia y afecto físico, lo cual produce una enorme nostalgia y tristeza espiritual.
Hago propicia la oportunidad para felicitar a todos los padres en su día y hacerles un llamado a aquellos que se muestran esquivos a asumir plenamente sus responsabilidades, a que hagan buena la frase bíblica: “hijo eres y en padre te convertirás”, y de esa manera puedan saborear las delicias y disfrutar los éxitos y logros de los muchachos, al igual que brindarles nuestro apoyo y solidaridad en los momentos difíciles; ellos son en definitiva el mejor regalo que nos ha dado Dios. Valor y pa´lante.