La misma problemática agudizada. Desde hace diez años, con mayor énfasis en los últimos tres, sectores económicos alertan sobre el riesgo que corre Venezuela y su soberanía alimentaria motivado a la caída de los índices agrícolas e industriales.
Expropiaciones de tierras y empresas, control cambiario y de precios, además de normativas laborales restrictivas para las maniobras productivas, son algunas de las limitaciones.
La caída productiva en el campo, afecta severamente la producción de la agroindustria, por ejemplo. Ocurre con cultivos como el maíz blanco y la harina de maíz precocida. La producción del cereal, comparativamente con 2016 cae considerablemente. Los problemas de Venezuela en materia alimentaria se mantienen y empeoran cada vez más.
Al respecto, Rodrigo Agudo, especialista en producción agroalimentaria, apuntó que 2017 podría ser el peor año para Venezuela en términos de consumo, en los últimos 100 años.
Lamentó la indiferencia gubernamental ante las precariedades de la población, que se enfrenta a un profundo desabastecimiento y una limitada oferta de productos, inalcanzable por muchos en términos monetarios.
Rechazó que el Gobierno nacional llame a Asamblea Nacional Constituyente, mientras que los venezolanos sólo piden seguridad alimentaria, también establecida en la Constitución de 1999.
Sobre el anuncio de paralización de la producción de harina de maíz precocida hecho por Empresas Polar, motivado a la falta de materia prima (maíz blanco), acotó que los obstáculos que presenta la agroindustria en la actualidad se generan por falta de insumos agrícolas y recursos.
Se espera que en la presente semana arriben a Venezuela dos buques cargados de maíz blanco para la producción de dicho artículo alimenticio. Sin embargo, productores de los sectores primarios y secundario aseveran que la paralización de sus actividades no se debe a falta de compromiso con el país, sino a la ausencia de medios para la producción.
-El Gobierno venezolano ha monopolizado todos los mercados relacionados con la producción en el campo y se ha negado a importar las semillas, así como otros suministros… Es un control político sobre la producción, el cual concluye en desastre.
Aunque la caída productiva de todos los niveles es una constante denunciada, la desatención a la problemática ocasiona deterioros cada vez mayores. Comparativamente entre 2016 y 2017 habrán mermas considerables, según datos ofrecidos por la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro).
En maíz blanco sólo se obtendrá un 32% menos de lo cultivado el pasado ciclo, que también fue un periodo productivo mermado. Las estimaciones para 2018 son aún más deficitarias, de no haber atención inmediata a las múltiples complicaciones que enfrentan los sectores económicos.
En 2017 podría producirse en el campo sólo el 70% de lo cultivado el año pasado, periodo que apenas logró atender el 50% del consumo nacional.
La Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), también ha advertido que el venezolano sólo consume el 60% de la proteína animal de cuatro años atrás.
Agudo acotó que la recuperación de la producción agroalimentaria nacional inicia con la generación de un ambiente de confianza, el cual motive las inversiones y la ayuda financiera, a propósito de propiciar el arranque productivo en el país. “Pero para eso necesitamos gobernabilidad, instituciones y procesos democráticos que nos permitan pedir apoyo en el exterior, mientras se recupera la producción nacional”.
La propuesta de diversos sectores comprende la consumación de un acuerdo nacional y de entendimiento, en el que todas las partes se reconozcan entre sí, sin discriminación de ningún tipo, ni corrupción, a fin de diseñar estrategias para la recuperación económica de Venezuela. Esto incluye la rectificación de las políticas económicas y demás actuaciones de quienes son responsables de la administración de los recursos en el país.