Con rosarios en las manos y pancartas caminaron los vecinos de Valle Hondo, municipio Palavecino, desde la iglesia Santa Eduvigis hasta el distribuidor, ayer en la tarde. Con cada cuenta encomendaban el alma de Manuel Sosa, asesinado, este jueves, durante una protesta antigubernamental, en la misma zona donde vivió hasta sus 33 años.
Quienes se reunieron alrededor de un pabellón nacional gigante no hablaban de Constituyente o de elecciones. Los anegaba el dolor por la muerte de un miembro de su comunidad al que veían jugar fútbol, ir al trabajo y defender sus ideales en las manifestaciones, “uno de los grandes héroes de Valle Hondo”, como describió a Sosa una vecina. Reunirse, levantar carteles, gritar reiterativamente “libertad” era una forma de agradecerle a él y a todos los jóvenes lo que han hecho hasta ahora, mencionó la mujer.
Pedir un bosquejo de Sosa fue un ejercicio que conmovió hasta las lágrimas a hombres y mujeres por igual, a quienes supieron de su existencia tras su muerte y a quienes lo vieron desarrollarse como hombre, como es el caso de Georgi Parra. “Manuel era un deportista, una persona que dejó un hijo (de 05 años de edad). Ojalá esa ofrenda que él le dio al país, que fue su vida, se traduzca en el regalo de libertad para su hijo, que su hijo vea lo que él no pudo ver”, dijo Parra en tono pausado, como quien quiere atrasar el llanto, aunque este se asome indetenible en el contorno de los ojos.
Parra ofreció una imagen de Sosa como padre y compañero de vecindad, pero los compañeros del equipo de fútbol Deportivo Trigal hablaron de El Jefecito, la faceta que ejercía Sosa en el engramado, pues era que los organizaba, el que asistía goles desde el medio campo, su posición habitual. “Era el abuelo de nosotros. Era un señor dentro y fuera de la cancha”, lo calificó uno de los muchachos con quien Sosa jugó sus últimos 90 minutos, el sábado 13 de mayo.
A otros participantes de la concentración el enojo les endurecía la voz. La muerte de Sosa fue una pérdida que los llevó, incluso, a sentirse culpables, como lo dejó ver Memphis Méndez: “Es mejor que nosotros vayamos al frente en todas las marchas y las protestas.
Que nos maten a nosotros, nosotros ya vivimos, pero los muchachos no, que son el futuro de este país. Hasta cuándo la Guardia Nacional va a matarnos a nuestros hijos, porque todos son nuestros hijos (…). Son muchachos que ni siquiera votaron. Somos nosotros los adultos los que tenemos la culpa, nosotros somos los que tenemos que pedir perdón, perdón y perdón mil veces por esto”.
Las balas no intimidan
Este jueves, mientras las calles de Valle Hondo eran escenarios de enfrentamientos, había francotiradores en algunos puntos, cree una residente del sector. Ella y otros tantos aseguran que fueron efectivos de la GNB los culpables de la muerte de Sosa. Advertidos del peligro y después del asesinato de seis larenses, coincidieron varios testimonios, todavía en Valle Hondo conservan valor. “Ellos (funcionarios de la GNB) deben bajar la guardia, deben reaccionar y recapacitar de que ya este Gobierno se cayó, de que ya esto está insostenible. A balas no nos va a parar nadie, porque esto va seguir hasta que logremos libertad plena”, dijo tajante una residente del sector.
Similar recomendación dio Parra a los organismos de seguridad actuantes en las manifestaciones: “Si están haciendo esto para preservar los privilegios de los altos jefes a costa del sufrimiento de la población, deben tomar conciencia”.