Cuando creo que ya no existe algo que me sorprenda de los sucesos en Venezuela, siempre pasa algo que me descoloca, me desgarra, me aterra. Algo que me parte el corazón. Cada día es uno, son dos, tres, cuatro asesinados por protestar. Y encima de eso, la brutalidad desatada. No tengo palabras para expresar lo que sentí cuando vi el video del niñito de once años en el Zulia, a quien unos transeúntes encontraron amarrado y quemado en la espalda por una bomba lacrimógena que dejaron a su lado. Al momento cuando escribo estas líneas, no se ha corroborado oficialmente quiénes fueron los autores del hecho. Sea quien sea el que lo haya hecho, nos encontramos ante un episodio de crueldad refinada.
Atrocidad, ferocidad, perversidad, ensañamiento. Hablé con uno de los que presenció el encuentro y me contó que encontraron al niño atado de manos, llorando. Uno de dos videos que se volvieron virales muestra cuán ceñida estaba la cuerda que tenía en las muñecas. Si no lo hubieran auxiliado a tiempo, se le hubieran gangrenado las manos. Al desatarlo, una señora le levantó la franela y quedó al descubierto su espalda quemada. Quemaduras de tercer grado.
El niño lloraba adolorido, aterrado, quizás hasta incrédulo. Es indígena, presumo que guajiro, y no habla bien el español. Refieren que paseaba por el sector Sambilito de Maracaibo con su hermana, cuando los atacantes llegaron y sin mediar palabra, lo agarraron, lo ataron, lo quemaron, lo empujaron y lo abandonaron. Es de hacer notar que portaban una bomba lacrimógena quienes lo quemaron. ¿Quiénes las portan?…
¿Qué ser que se considere humano puede hacerle daño a un niño?… ¿Qué tienen en el alma quienes por placer queman a un niño indefenso, que es pequeño y menudo, para empeorar el cuadro?… ¿Es que acaso un niño puede ser considerado como enemigo por un grupo de adultos? ¿Qué sucede en la vida de alguien para que pierda la empatía con sus semejantes de esa manera?… Todas interrogantes sin respuesta, por desgracia.
Supe que la periodista Idania Chirinos se encargó de que el niño fuera llevado a una clínica y corrió con los gastos de su tratamiento. Ella y quienes rescataron al niño son almas misericordiosas en medio de tanta maldad. ¡Yo no nací ni crecí en un país así! Venezuela se me ha vuelto ajena.
@cjaimesb