En vista de que los venezolanos nos hemos acostumbrado a la miseria del país que va quedando, de ahora en adelante todos los moradores tendremos que vivir con los recuerdos de un futuro que no ha llegado porque el pasado ya lo alcanzó.
Las épocas transitadas, sean las que sean, son melancólicas. Esta cualidad proviene del credo, no cuestionado, de que toda época pasada fue mejor.
Permanente latiguillo de aquellos quienes añoran los lapsos de antaño por creerlos mejor que los actuales. Se trata de una postura muy discutible, pues está cargada de una importante subjetividad. Más allá de esa circunstancia, el texto original decía: “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Su autor fue el político, militar y escritor español Jorge Manrique.
Por ejemplo, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez comparada con la de hoy, no sé si servirá de ejemplo para distinguir lo bueno de lo malo, o pensar que todo parecido con la realidad, en lo que le ocurrió al final de su mandato es pura coincidencia.
El 29 de abril de 1957 fue firmada por Rafael Arias Blanco, arzobispo de Caracas, la «Pastoral del primero de mayo con motivo de la fiesta de San José Obrero», en la cual se criticaba la situación social imperante en el país, leída en todos los púlpitos de Venezuela.
El 14 de junio los representantes de los partidos políticos en la oposición acordaron fundar una Junta Patriótica.
El 17 de noviembre los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela se declararon en huelga y realizaron manifestaciones de protesta contra el plebiscito.
El primero de enero de 1958 estalló un movimiento militar en Maracay y aviones de la Fuerza Aérea atacaron a Caracas, pero al siguiente día se rindió la guarnición sublevada.
El 7, los estudiantes iniciaron sus manifestaciones de protesta contra el Gobierno. El 15 de enero circuló la declaración de los intelectuales que reclamaban la libertad democrática, y el 16, los estudiantes caraqueños se enfrentaron a la policía.
El 21 de enero se inició una huelga en la prensa y luego una general que traería, en consecuencia, la imposición del toque de queda por el gobierno.
El 23 de enero de 1958 las Fuerzas Armadas se sumaron al movimiento contra el régimen. Marcos Pérez Jiménez, acompañado de su familia, huyó del país y fue sustituido por una Junta Militar presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal.
La memoria pareciera temerosa luz que alumbra un sórdido museo, pero el dictador hizo grandes obras por el país que aun se mantienen en el tiempo y hay quienes estiman que debería volver a nacer para enderezar este desastre que tenemos como nación.
Vivencias de esa época señalan que los presos en vez de ser maquillados en las cárceles trabajaban haciendo carreteras y otras obras. Fue el único Presidente que puso el bolívar por encima del dólar y pagó toda la deuda externa.
Éramos clase pobre a media y el pueblo vivía bien. Cuando tumbaron a Pérez Jiménez empezamos a poner barandas de hierro y a cuidar las casas, quienes podían, con serenos y vigilantes.
Pérez Jiménez estimuló la idea de que Venezuela tuviera un propósito que integrara la transformación física y el mejoramiento integral de los ciudadanos.
Hoy no tenemos tiempo para tratarnos la ansiedad, el estrés y la depresión cuando se le corre a un león para no ser su almuerzo, o cuando se tiene que huir del país bajo el peligro de un holocausto.