Hay dos escenas de la Caracas protestando que son particularmente hermosas y que quedaron para la historia: la de la señora que detuvo la tanqueta de la GN y la del joven que desnudo se les enfrentó. Pero hay que agregar también los mediocres comentarios dequienes desde la otra orilla pretenden descalificar a ambos.
Que una señora, ella sola, haya detenido una tanqueta ilustra tanto la fuerza moral de los opositores como la debilidad de la parafernalia militar, dirigida por gente que no necesariamente ha perdido del todo su condición humana: el conductor de la tanqueta ha podido simplemente atropellarla, pero no lo hizo. Y también se han visto gestos de ayuda de algunos funcionarios al acompañar, y no agredir, a las manifestaciones de la oposición y ayudar a alguna anciana a cruzar la calle. Cosas así podrán volver a ocurrir, sin que eso signifique olvidar o perdonar la larga lista de daños que los violentos, con y sin uniforme, le estan haciendo al país.
El caso del muchacho desnudo es dramático. No solo está perdigoneado y tragando gas del bueno, al estar desnudo debió sentirse aúnmás vulnerable, protegido solo por sus convicciones religiosas. Pero en un típico ejercicio de mediocridad el inmaduro no vio sus heridas ni sintió compasión por ellas y más bien hizo burlas comentando que menos mal que no se le cayó el jabón, como si en vez de una ducha de plomos estuviera recibiendo una de agua. Es obvio que nos gobierna gente muy cruel.
También se burlaron del tamaño del pene del muchacho, un asunto de nunca acabar en nuestra cultura machista, convencida que la felicidad amatoria de una pareja dependa del tamaño del pene. Pero los humanos tenemos muchos atributos que no dependen precisamente del pene. El valor, por ejemplo, no es un asunto de testículos, como lo demostró la señora que detuvo la tanqueta.
Quienes conozcan el David, la escultura de Miguel Ángel, recordaran las muchísimas cosas que se pueden interpretar de ella: la determinación en la mirada, midiendo la distancia a la que estaba el gigante Goliat, el gesto de tomar la honda y toda la tensión que muestra la disposición del cuerpo, preparándose para matar, etc. Y en este etc. incluyo un pene ridículamente pequeño, propio de las obras de Miguel Ángel hasta el punto que Freud escribió unas reflexiones al respecto. Quienes estudian el David ven la obra completa, no se particularizan en el pene ni desvalorizan el valor estético de la obra por esta razón. Lo mismo ocurre con el muchacho que desnudo y herido de perdigones enfrentó a la guardia. Su pene no es lo importante, sino toda su personalidad, su valor, su gesto simbólico, su voluntad de enfrentar la situación totalmente desguarnecido, sin siquiera la mínima protección de un simple taparrabos. En vez de burlarse, Maduro debería estar preocupado a ver como surgen los valientes cuando las circunstancias lo exigen.
Fue Antonio Guzmán Blanco quien, al salir hacia su ultimo rexilio, le dijo a su esposa “Ana Teresa, nos vamos porque las gallinas estan cantando como gallos”…y se fueron del país.