“manchadas de sangre”

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La expresión “manchadas de sangre” es del Secretario General de la OEA Luis Almagro. La usó hace varios días para referirse al gobierno venezolano. Tiene razón Almagro. Nicolás Maduro tiene sus manos manchadas de sangre. Pero a Maduro y al régimen, hay que sumarle en su haber trágico de muertes, a quienes cayeron el 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992; los que cayeron el 11 de abril de 2002; los que murieron en los acontecimientos de los primeros meses de 2014 y los que han muerto en este 2017. Y no son los únicos, hubo muertes en la Plaza Altamira, entre ellos una jovencita que solo presenciaba lo que allí ocurría; la señora que murió el 16 de agosto de 2004,a manos de esos paramilitares que llaman colectivos, cuando protestaba el resultado del referendo revocatorio del día anterior. Y muchos otros que hacen incontable la lista de hermanos venezolanos fallecidos a manos de este gobierno. Todo esto sin contar las muertes producto del hampa desatada y yo diría que hasta estimulada por el gobierno. Vivimos una hora trágica, triste, muy distinta a la que Chávez prometió en su primera campaña electoral y en sus primeros años de gobierno.

Tiene razón Almagro, el régimen venezolano tiene las manos manchadas de sangre. En Barquisimeto, nuestra ciudad, ha habido ya cuatro muertes: Miguel Ángel Colmenáres; Yey Amaro, Brayan Principal y Gruseny Antonio Calderón.Dios tenga en su Gloria a estos valientes jóvenes caídos junto a otros compatriotas en otros lugares del país. Todos han muerto a manos de los organismos de represión militar y policial del estado venezolano. Se han ensañado contra nuestros jóvenes, sin que hayan logrado amedrentarlos. Les he oído decir que desean vivir en Venezuela o morir. Esas dolorosas partidas de estos jóvenes, no tienen justificación alguna, sólo ejercían el derecho constitucional de protestar a un gobiernodestructivo, excluyente, violento, mentiroso, inmoral, que ha dividido a la sociedad venezolana y ha sembrado de hambre, escasez y corrupción a todo el territorio nacional. Venezuela no merece esta cruel dictadura. Por muy grandes que hayan sido los errores, fallas y pecados de quienes hemos nacido y vivido en esta tierra, parece como muy duro, pesado y prolongado el sufrimiento que le ha tocado llevar en sus hombros a estos muchachos. Se nos instaló una dictadura y tiene las manos manchadas de sangre, mancha indeleble, que marca para siempre el signo de este régimen insoportable.

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Todavía recuerdo cómo al actual defensor del pueblo, TarekWillianSaab y al señor Elías Jaua, ambos constituyentistas en 1999, se les llenaba la boca y se les inflaba el pecho, al hablar del “inmenso progreso” que significaría la nueva Constitución Nacional en materia de Derechos Humanos. Todo quedó en el papel. Nada de eso ha servido. Lejos de ese “inmenso progreso” en el respeto de los Derechos Humanos, lo vemos hoy son las manos manchadas de sangre del régimen. Y el Defensor del Pueblo callado.

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