Oscar Cortez, con más de 30 años haciendo teatro, se debate entre las actividades del Teatro Estable de la UPEL-IPB y el Teatro Profesional Contrapeso. Hace algunos años fue galardonado con la Orden al Mérito al Trabajo por el Instituto de las Artes Escénicas y Musicales (IAEM), a través de la Secretaría Nacional de Teatro y la Orden Luis Beltrán Prieto Figueroa en su única clase por su trayectoria artística, contó a periodistas de este centenario de hacer teatro no es tarea fácil, es preciso armarse de valor para no caer en el intento.
-¿Cómo era el teatro nacional en la época de los 60 y 70 y cómo es en la actualidad?
-El teatro en el país siempre ha tenido una particularidad en todas las épocas, depende del público que asiste. Las raíces del teatro están en su público. Anteriormente, en mi juventud, había que pelear para poder presenciar una obra en el Juares debido al costo de la entrada. Hoy día hay que lidiar con el alquiler que es costoso. El alquiler de las salas más importantes del país se ha incrementado. A quienes hacemos teatro, actores, escenógrafos, directores, se nos dificulta ver las obras, de eso vivimos, viendo las cosas buenas y no tan buenas de los demás grupos, no obstante las entradas son costosas y el alquiler es otro impedimento.
Hoy día el teatro “comercial” tiene más apoyo que el teatro artístico y local, que si bien, cuenta con profesionales independientes, posee menos recursos para poder alquilar una sala de teatro.
-¿Es rentable hacer teatro en la sociedad de hoy?
-No nos va tan bien, pero tan poco tan mal. Podemos subsistir. Lo ideal es que la empresa privada y el Estado apoyen a los grupos nacionales e independientes. Estamos fallando en infraestructura. Hay muchos grupos dispersos en las comunidades, instituciones educativas y grupos profesionales que están haciendo teatro, pero al no constituir una red, resulta imposible planificar una cartelera de actividades permanentes. No podemos sólo depender del Juares.
-¿Llegan a costearse una que otras demandas relacionadas al espectáculo?
-Algunas agrupaciones tienen presupuestos asignados. Tengo entendido que para este año se está gestando un Sistema Nacional de Cultura Popular, a fin de beneficiar a la gente que hace teatro y de esta manera cuenten con honorarios profesionales dignos. Claro, hay que valerse de la autogestión.
Los grupos independientes no pueden alquilar el teatro porque al hacerlo, así sea una vez, quedan endeudados. Necesitamos infraestructura teatral o salas de teatro pequeñas con capacidad para 200 personas, donde los grupos independientes puedan hacer temporadas. La verdad es que estos grupos se andan presentando en espacios deficientes, sin luces, telones camerinos, tramoyas, y demás elementos para hacer teatro.
-¿En cuanto a las tramas que se abordan hoy día, qué tipo de teatro se está haciendo actualmente?
-En la década de los 60, 70 y 80 el contenido de las obras de teatro era muy contestatario, bohemio, de innovación y cercanía a la temática social, sustancioso, artístico, cultural e impecable desde el punto de vista de su producción. Hoy día estamos invadidos por un tipo de teatro comercial que lo que busca es el dinero fácil del espectador, tramas fáciles, siempre los mismos conflictos y niveles de actuación, la cual es plástica y superficial, simplemente porque es un actor de la televisión, llegan y se limitan a hacer adaptaciones de obras de otras latitudes… les ha funcionado, se les da muchísima publicidad y el público cae en la trampa del comercio.
-¿Qué está pasando con la concepción de ideas propias, con esa autenticidad que desarrolló la Santísima Trinidad, entiéndase Cabrujas, Chocrón y Chalbaud?
-Desaparecida para nuestra desgracia y, con obras tan repletas de contenido, nosotros mismos hemos abandonado el montaje de ese tipo de obras por seguirle el paso a ese tipo de teatro, a esa tendencia que a otros les ha funcionado y, que evidencian salas llenas y a gente haciendo cola por ver al artista de la televisión, olvidándose de las producciones locales y del talento nuestro. Sea para ver la misma historia una y otra vez, el chisme de turno, la gente prefiere ver eso que una obra de Shakespeare, Chocrón o Cabrujas porque no hay valor por lo propio ni por las piezas con contenido.
-¿Qué debilidades padece el teatro nacional?
La organización. Antes estábamos mucho más organizados para realizar los festivales de teatro locales, nacionales e internacionales. Hay desorganización en la producción y planificación de las carteleras teatrales. La producción de Festivales decayó. Es preciso que haya una inyección de dinero por parte del Estado al área de la cultura para poder reorganizar la cartelera teatral. La infraestructura teatral debe estar a la orden de esos grupos independientes que buscan surgir. Lamentablemente, la infraestructura comercial está mucho más a la orden del teatro comercial que del teatro de los grupos independientes.
-¿En cuanto a las fortalezas?
-Que seguimos trabajando y nuestro ánimo no ha decaído. A pesar de la poca infraestructura, de la poca organización de festivales, de la poca asistencia del público y su escasa reciprocidad hacia las obras de los grupos independientes, seguimos siendo fieles, constantes y leales a nuestro teatro y al público que nos recibe. Las nuevas generaciones, ese talento que se está gestando en las diferentes instituciones de arte, representa también una fortaleza que es preciso valorar para que crezca sin tantos tropiezos.
-¿Qué sucede con el presupuesto que se le asigna al teatro?
-Es un presupuesto bajo, con ese poquito hay que hacer magia y aprender a ser buenos gerentes, a planificarse y organizarse. La asignación es baja en todos los niveles, en el ámbito municipal, estadal y nacional. Sería interesante que los consejos comunales desarrollaran sus propias políticas culturales en las que el teatro tenga cabida.
-¿Qué debilidades presentan las obras actuales; el guión, la puesta en escena, dirección, actuaciones, otras?
-Hay debilidades y están presentes en un libreto mal estructurado, que no es teatro en sí, en la maduración de la obra, en ese sentido, cuando falla el director falla todo lo demás, hay que tomarse el tiempo necesario.
Hoy día, hay temas meramente oportunistas debido a cierta realidad; hay directores que expresan “vamos a hacer determinada cosa porque está de moda”. Son en realidad posturas muy oportunistas que se rigen por lo que esté en el tapete, el director termina haciéndolo por lo rápido, por lo fácil, no hay un estudio, no hay una idea clara, no hay contenido, y al final todo es un desastre.
-¿Qué paso con la conciencia del colectivo?
El público se va por lo más gracioso… eso se perdió desde el momento en que nuestros intereses comenzaron a cambiar, por nuestro papel en la sociedad… cambiamos las cosas por ese teatro que de verdad comunica algo. Como nuestra sociedad es cambiante, con mucho movimiento social y desplazamiento social, los intereses cambiaron, en vez de buscar contenido, busca la comodidad y el facilismo. Lo que no crea conciencia sino aquello que esconde la mera realidad.
¿Ha afectado la polarización política al teatro?
-Sí, todo ha sido afectado. Hasta el amor. Nosotros hemos tratado de no caer en esa trampa y hacer propuestas para todo tipo de público. No debemos hacer teatro de panfleto o para un solo tipo de idea o público sino teatro para todo el mundo en el mundo.
-¿La polarización política ha provocado que mermen las obras que abordan tramas de corte social y de denuncia?
Sí, esos son los dos extremos. Por un lado nos encontramos con teatro de panfleto y por otro lado con teatro de puro entretenimiento, se deja a un lado el teatro cultural y artístico, con contenido social que conlleve al público a superar su nivel cultural basado en valores y en fundar principios.
Foto: Emanuele Sorge