La matemática de la Canciller venezolana: 11 es más que 20. Tremendo triunfo de la revolución en la OEA.
Uno pone gasolina y le comenta algo al bombero y de inmediato habla mal del gobierno. Se monta en un taxi y la conversación gira sobre lo malo del gobierno. Igual ocurre con los dependientes de los supermercados, con los cajeros, con los que llevan las bolsas, los que atienden en los restaurantes. Los heladeros, los quiosqueros, los que llevan el agua potable.
En las colas ocurre lo mismo. Las domésticas que van a las casas le comentan a uno el disgusto en el barrio porque no llega el agua, no hay luz, el hampa desbordada, no llegan las bolsas del CLAP. Uno va a hacer alguna diligencia en un organismo público y bueno allí encuentra que la crítica es más fuerte y hasta en voz alta.
En misa la mayoría de las homilías son plomo contra el gobierno y muchas veces hay aplausos para el cura y hasta en las peticiones se pide porque suelten a los presos políticos, porque haya comida y medicinas y hasta porque se vaya Maduro. En los cuarteles no se diga y comentan que hasta en el propio palacio de gobierno, donde se miran las flores, hay murmuraciones.
Cuando uno viaja al exterior las primeras voces contra el gobierno son de los maleteros, los de la línea, los de la aduana, algunos GNB, en el avión y cuando se llega al país de destino lo primero que preguntan es por lo malo del gobierno. En fin que para conseguir a alguien que dé una opinión favorable de este gobierno es algo así como conseguir una aguja en un pajar o, actualizando el dicho, diríamos que más difícil que conseguir harina pan. Y no es solo cuestión de encuestas, ni de Luis Vicente León, hasta Schemel da números negativos.
Internacionalmente ya el apoyo que les queda es bien poquito. Los países chulos del caribe se están desentendiendo. Ya Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y algunos caribeños se bajaron del autobús. Ecuador está a punto. Cuba más interesada en el Imperio que en el socialismo del siglo XXI. Evo no puede hablar. Los botaron del Mercosur. En la OEA la cosa esta, por ahora, 20 a 11.
Pero el gobierno sigue allí. Maduro sigue gobernando, o por lo menos eso cree él, haciendo cadenas más que su padre putativo. Tomando decisiones disparatadas e irracionales. Los vicepresidentes, ministros y viceministros aplaudiendo como focas y riéndose como hienas al igual que los dirigentes del PSUV, de los sindicatos paralelos rojos rojitos y los uniformados soleados. Viendo un país que no existe. Endeudándonos cada vez más. Robándose todo. Burlándose de todo y de todos. El TSJ interpretando la Constitución a petición del gobierno y ahora convertido en AN. El CNE impidiendo hacer elecciones. El Contralor viendo pa’riba. La Fiscal hurgando en la cuarta. El Defensor escribiendo poemas. Y el país cada vez más hacia el fondo del pozo. Hacia la ruina. Ya estamos a la altura de Haití. Somos sub saharianos.
Y ¿la oposición qué? Bueno pienso que haciendo lo que puede, al menos eso quiero creer. La MUD se reorganiza. Los partidos se validan. La OEA, la ONU, la UE, los expresidentes, Raymundo y todo el mundo forzando una salida. Pero será eso suficiente? Será realmente la salida de esto por la vía electoral y constitucional, pacífica, como todos deseamos? Pero el discurso, las posturas y las últimas decisiones del régimen castro comunista pareciese que no dan cabida para eso. Será que ellos quieren una salida violenta para pasar de verdugos a mártires? Cuidado si hay se consigue a alguien que desee complacerlos. Si hemos esperado 18 años a lo mejor podemos sacar fuerzas, energías y aguante para esperar unos mesecitos más. El pueblo llano, el de a pie, el de las colas, el que no consigue ni comida ni medicinas, el que come de las bolsas de basura, el que le matan a sus padres o hijos, tendrá ese aguante? Que Dios nos ilumine.
Iván Olaizola D’Alessandro
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