Cuando te mueras ¿que encontrarás al otro lado?, te esperan los premios por las hazañas que hiciste en vida. El camino será de rosas o de flores de carroña. ¿Morirás con una sonrisa en el rostro por la alegría de ver al Nazareno o se estampará en tu cara la mueca del miedo al recibirte Belial por el sufrimiento que infligiste a otros?
Seguro habrá quienes te alberguen para darte según diste tú en vida, para recompensarte según trataste a tus semejantes.
No te gusta meditar sobre el mal que haces, prefieres dejarlo a la indiferencia. Te desentiendes como si nunca la muerte fuera a llegar para ti.
Adelántate al momento de tu muerte y fija tu memoria y tu mirada en las trampas que colocaste a tus hermanos para destruirlos, como te dejaste usar para perseguirlos o como lo hiciste por tu propia persona, como usabas tu inteligencia para maquinar sacrificar a otros, como despojaste a unos y a otros del pan diario de cada día.
Mírate y proyéctate en uno u otro lugar, en el que sabes que llegarás por tu actuar y tu corazón de piedra o por tu corazón auténticamente cristiano. ¡No un disfraz!
Si te encabritas y tu posición en el mundo es más importante que obtener la misericordia y el perdón de Cristo, entonces sigue con tu soberbia, pero recuerda lo que dice Mateo 23:27 “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.” Y tu encuentro al otro lado no dudes te aterrará por toda la eternidad con un sufrimiento que jamás tu mente podrá imaginar.
Detente a cavilar sobre lo que haces e hiciste y lo que prevés hacer. ¿Será agradable a los ojos de Dios? ¿Andas desquitándote los vacíos de tu alma y de tu corazón con tus hermanos y semejantes y los ves como inferiores a ti y te crees con una grandeza que ellos no superarían?
Si te has evaluado y te tiembla el alma porque aun hay destellos de Dios en ti, entonces pídele “ un nuevo corazón, para alabarlo, para servirlo. Un corazón limpio como el cristal, dulce como la miel, un corazón como el de Nuestro Señor.” Y Él te acogerá en su seno para darte la salvación. Porque cumpliste su mandamiento. ¡Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo¡ Al prójimo ¿escuchaste? , al prójimo.
Por eso colócate los zapatos de tu hermano para que sientas lo que tu semejante cuando le haces daño o cuando lo tratas con amor cristiano. ¡No un disfraz!
Recuerda, morirás y solo tú decides donde quieres llegar. A los atrios del cielo o al infierno.
Lo has leído , luego no te lamentes a la hora de tu muerte que no se te advirtió.
Abogado
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