En algunos ambientes no se admite la idea del poder como servicio. Está dentro de las entrañas de quienes detentan el poder e incluso de estudiosos de la política, la idea maquiavélica del poder como fin último del príncipe. Por supuesto, es necesario el ejercicio del poder cuando se quiere servir, pero el fin no es el poder en sí mismo, el fin es servir. Escribo estas notas cuando se celebra la fiesta de san José. Poco hablan los evangelios de esta singular e importante figura de la vida familiar de Jesús. Sus características fueron el trabajo, la familia, la discreción, el no aparecer, la falta de protagonismo. No me imagino la difusión que hubiera hecho cualquier personaje moderno si Dios le hubiera asignado ser el padre adoptivo del Mesías. La vida de san José fue una vida de servicio como lo fue también la de Jesús y
la de María. Y es que ese es el signo, el servicio, para mejorar, avanzar y ayudar la sociedad.
Perder el norte de que el poder es para servir, ha sido la causa de muchas tragedias humanas vividas a lo largo de la historia. Muchas vidas ha costado ese terrible error. No importa la ideología que se esgrima, lo fatal es el deseo de dominación que aflora en la actuación de quienes se aferran al poder. Perpetuarse en el poder, dominar, esclavizar, ha sido el fin último de muchas vidas. Cuántos personajes que fueron poderosos en su época, hoy olvidados en los polvorientos libros de la historia, produjeron tragedias inmensas. San José será modelo de servicio mientras haya vida humana sobre la tierra. Estando con ese recuerdo de san José, leo en la prensa unas muy certeras declaraciones al diario El Mundo de Madrid, del cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida, quien refiriéndose a la tragedia venezolana, afirma, ”el chavismo sólo quiere el poder”. Y digo yo, el chavismo, aplica una ideología fracasada en el mundo entero y quiere, además, conservar el poder a cualquier costo, aplicando a los venezolanos una especie de castigo cuyo único logro es, en palabras del cardenal Porras, “hambre, muerte, miedo y represión”. No es que el chavismo sea ineficiente para resolver los problemas nacionales, que lo es, es que busca, además, mantenerlos y agravarlos, no le importa el sufrimiento de la población.
Dice también el cardenal Porras, respondiendo a una referencia que le hace el periodista a las lágrimas de un arzobispo venezolano que daba una conferencia en Madrid, que la sensibilidad de los venezolanos de bien y en especial la de los obispos, ha aumentado al ver tanta gente que se les acerca a decirles que no tienen comida ni medicina. No olvidemos, el poder está para servir, para resolver los grandes problemas de la gente, especialmente de la gente más sencilla.
El poder no es un fin en sí mismo, es servicio y “el chavismo solo quiere el poder”, que los problemas los resuelva otro.