“El mundo está lleno de cosas deliciosas, a menudo utilísimas, que nadie conoce y con las cuales se pueden hacer muchas cosas. Pero es necesario caminar mucho y tener un gran espíritu de observación” Diego Della Valle.
El emprendedor debe ser una persona despierta, intuitiva y capaz de tomar los cambios en todo aquello que lo rodea, diseñando indicaciones útiles para organizar mejor su propia actividad y satisfacer las exigencias del mercado.
El primer paso para aquel que inicia la aventura emprendedora es dedicar su empeño y el tiempo necesario para comprender el contexto en el cual proyecta llevar adelante su propia actividad con particular atención a las condiciones del mercado en el cual colocará sus productos o servicios.
Para hacerlo, se puede beneficiar de los informes disponibles y del apoyo de las cámaras y asociaciones a las cuales podría pertenecer, que apoyan a los emprendedores, ayudándolos para hacer frente a las novedades que se le presentan. Sin olvidar por supuesto, revistas especializadas en el sector de su interés, investigaciones y publicaciones de entes locales y la administración pública.
Una ayuda importante puede venir de servicios activados especialmente por la administración pública para la creación de nuevas empresas: Parques tecnológicos, incubadoras, ventanas especiales, servicios de acompañamiento y de consultoría para la elaboración de planes de negocios, cursos de formación, etc.
De esta manera, ahorrando tiempo y dinero, es posible tener información precisa y adquirir datos especializados sobre su futura actividad.
Estar actualizados y ser atentos observadores del sector en el cual se intenta operar, no es para nada un aspecto secundario ya que la capacidad de anticipar los procesos es un factor de gran importancia para llevar adelante nuevos proyectos y garantizar buenos desarrollos.
Puede suceder que, subyugado por la palabra mágica “ investigación de mercado”, algunos nuevos emprendedores se confían en costosísimas investigaciones realizadas por empresas especializadas, que seguramente saben hacer un óptimo trabajo, pero que casi siempre tienen un costo muy elevado por los usos reales de sus resultados por parte de una pequeña empresa que está por nacer. Esto sin contar que para las actividades emprendedoras que se desarrollan a nivel local, estas investigaciones pueden incluso revelarse muy poco útiles.
Lo que si es para todos esencial, es observar bien los potenciales competidores, porque esto permite obtener información de vital importancia. La competencia debe ser conocida como uno mismo, para saber cómo van los negocios, que precios aplican y aprender aquello que de bueno tienen para ofrecer.
Definitivamente, para algunas actividades, comprender que hace la competencia no es difícil; basta mirar una vitrina, entrar en un negocio, utilizar un servicio o comprar un producto. Para otras actividades es un poco más difícil; en estos casos vienen en ayuda ferias, convenciones o talleres especializados, o es siempre útil pedir información al proveedor o pedir una cotización como si fuera un futuro cliente. Del resto, la necesidad agudiza el ingenio. En cambio para las empresas sin fines de lucro es importante olfatear los cambios, entender donde la propia intervención puede ser más eficaz y responder a necesidades todavía no satisfechas por otras iniciativas.
Italo Olivo
www.iolivo.com